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La columna d e ést e , mientras t anto, continuó sus operacio–

nes en los referidos d epartamentos d e Soriano, S an José y

Colonia, atacando por varias ocasiones los pueblos d el Rosario

y de San J osé, con cuyas g uarniciones sos t eni an fu e rtes tiro–

teos, h ostilizándolos y privándoles que se abastecieran d e ca–

ballos y de gan ado vacuno.

En este est ado las cosas y encont rándose acampada la co–

lumna d e Pintos B aes el dia 28 d e Octubre en la costa del Co–

lla le llega un chasqu e de una p a rtida que t enia d est acada en

sierra de Mal Abrigo participándole hab er tomado dos chas–

ques d el enemigo y env iándole á la vez las comuni caciones

que se l es habi an t omado , las cuales e ran dirigidas por el Coro–

n el Ordoñez, que se encontraba en Piedras de Espinosa, á los

Coroneles Luis E . Perez qu e estaba en San J osé, G il Aguirre

en la costa d el Arroyo G r ande y Tolosa en el Colla, y decian

lo siguiente.

• El

indio

Pintos anda merodeando por las quíntas del Rosario y conviene

batirlo y encerrarlo

á

cuyo fin yo salgo mañana de este pun to con quinien ·

tos h ombres y Vd. saldrá de ese co n los suyos y los Coroneles Aguirre y

Tolosa con los de ellos á fin de encontrarnos el dia 30 sobre Pintos.

" Al Señor Coronel, ele»

En mérito d e esta comunicacion, se r eunier on en con s ulta los

j efes del pequeño ej ército, prevaleciendo en el consejo la opi–

nion del Coronel Visillac, que se r edu cia á salirles al encuen–

tro á las fu erzas en emigas para p elearlas en detalle, empezan–

do por la qu e mandaba Gil Ag uirre.

Puesta en práctica di cha r esolucion, marcharon t odo ese dia

y la noche llegando al amanecer d el dia sig uiente arroyo por

m edio de donde estaba acampado tranquilamente Gil Ag uirre

con mas 400 hombres, en el par aje d enominado Paso de los

Loros d el Arroyo Grande . Descubiertas con el sigilo necesa–

rio las fu erzas del Gobierno, escalonó en seguida su gente el

Coronel Baes y les llevó la carga al mismo campamento, pro–

ducié ndos e un d esbande completo entr e sus enemigos.

El Coronel Gil Aguirre, emp ero, pudo r eunir inmediata–

mente como mas de cien hombres y trató de impedir la de–

rrota, atacando imp etuosamente á uno de los escalones de las

fu e rzas r evoluciona rias; p e ro en el act o el Capita n Luis Fe–

rreira (á) Rubio Pichinango, que est aba fr ente á un escuadron,

lo cargó por r etaguardia. Queriendo evitar Aguirr e este ata-