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aquel punto teniendo lugar el dia 7 d e Noviembr e el encuentro
con las fuerzas del Coronel Gregorio Castro, en el cual murió
el Coronel D. Ignacio Mena.
Sob r e este hecho de a rmas dejamos la palabra
á
un jefe re–
volucionario que se encontraba con el General Muniz en esos
momentos, al cual debemos la r elacion sig uiente:
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E l Geneial Mu niz citó á los enviados del Gobierno para el pueblo de
R och a porque esperaba allí á su señora que llegó en esos dias acompañada
de la madre de los Estomba, conduciendo ocultamente algunos documentos po·
líticos de los amigos de Montevideo.
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Una vez retirados los emisarios del Gobierno y habiendo recibido aviso
el General Muniz que el Coronel Gregorio Castro venia fo rzando sus mar·
ch as para alcanzarlo y batirlo, nos retiramos del pueblo tranquilamente
haciendo alto en los suburbios, adonde vino la diligencia que conducía de
regreso á las mencionadas señor as .
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L os partes de nuestra vanguardia, que la mandaba el Coronel Mena con
un pequeño escuadron, teniendo de reserva al escuadron del Comandante Exe–
quiel Pereira, eran cada vez mas frecuentes y apremiantes dando á saber la
llegada del Coronel Castro.
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Esta circunstancia nos inquietó á todos, máxime cuando el General Mu·
niz aparentaba no darle importancia y, que sobre todo, porque no se retira·
ba de los suburbios del pueblo ni se separaba de su señora. A tal punto lle–
gó nuestro disgusto que le indicamos á Muniz la necesidad de marchar sin
pérdida de tiempo, á la cual accedió despidiendo á la señora con su Secreta–
rio D . Bernabé Rivera con notas é instrucciones para entenderse con los
comisionados de la paz.
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Pero no obstante nuestra impaciencía la marcha fué sumamente lenta
y
á muy corta distancia de donde nos encontrábamos; así seguimos ese dia,
y
el otro, pudiéndose decir que no se hacia otra cosa que mudar de campo, sin
distanciarse gran trecho del enemigo que nos tomó algunos hombres en las cer.
canias del pueblo donde se habian quedado á ranchear, entre otros al practi–
cante P iriz y al oficial F rias que fueron lanceados por los soldados de Castro,
alcanzando luego á nuestra vanguardía, la que fué derrotada antes de haber
pasado el arroyo de Chafalote, sitio en el cual mataron los gubernistas, sin
habérsele dado proteccion, ni au n por su reserva, al valiente jefe que la man·
daba, Corouel D . Ignacio Mena. . . .
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Despues de este triunfo de los enemigos, Castro se vino hasta el mismo
arroyo ya nombrado, pasando al Norte de él sus infanterías donde hicieron
alto, pues no se espusieron á salir del monte por respeto á la línea de ba–
talla que les presentó Muniz, provocándolos á la pelea; ·retirándonos mas
tarde sin ser absolutamente perseguidos.
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L os enemigos hicieron grandes fes tejos en el pueblo de San Cárlos por
el triunfo obtenido, y el cadáver del valiente Coronel Mena, que se hizo ma·
tar por no abandonar su puesto, peleando como un h éroe y en desigual com·