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el segundo de dos filas y de 150 hombres lo mandaba Fidelis, y
el tercero, á las órdenes del Comandante Lino Arroyo, de 100
hombres, tambien de dos filas .
Salvañach proclamó á su gente, le mandó decir á Puentes
que sostuviera el paso y se entendiera con los infantes enemi–
gos, y dispuso salir al encuentro de los escuadrones de Fidelis.
Entonces el Coronel Vargas, que mandaba un escuadroncito
de 22 oficiales, pidió ser él el primero en chocarse con el
escuadran de Illa que venia á vanguardia del enemigo. Y le
fué otorgado su deseo, como que no se hallaba entr e cobardes,
y lo cargó á Illa, cumpliendo brillantemente su promesa; pues
herido de tres balazos mortales y habiendo caido mas de la
mitad de sus compañeros, se encontró con Illa, y frente
á
frente, de lancero
á
lancero , logró vencer á su enemigo matán–
dolo de la primer lanzada ..
Conjuntamente con Vargas, pero por un flanco carga á la
gente de Illa el Comandante Leguízamo; y á éste por la espalda
se le echa encima Fidelis, y á Fidelis lo arremete Salvañach por
retaguardia; cargando á éste Lino Arroyo, y á Lino Arroyo los
Comandantes Valdez y Capill a, con el resto de las fuerz_as re–
volucionarias; produciéndose desde entonces el entrevero mas
completo, peleando bravamente por ambas partes, hombre á
hombre,_ y á arma blanca casi.
·
Y así, dura un largo rato la sangrienta y encarnizada lu–
cha hasta pronunciarse la derrota de las fuerza gubernistas,
cuyos soldados huyen despavoridos
~ácia
el rincon que forma la
barra de los dos arroyos que allí se unen, y de ahí, acosados,
acuchillados por todas partes, se esparcen en distintas direccio–
nes logrando en desordenada fuga escapar de una muerte segu–
ra. La infanteria de Fidelis, logra tambien escaparse aprove–
chando la noche, sin haber logrado hacer retroceder un paso
á
los infantes de Puentes.
Una hora escasa duró el combate. Pero qué estragos, sin
embargo! Allí cayó acribillado á lanzazos el insigne sorpren–
dedor, el infat igable enemigo de los revolucionarios, aquel
valiente General Fidelis; cayeron tambien los esforzados Coro–
neles Illa y Vargas, y el patriota Comandante Paulina Capdevi–
lla, revolucionario, y entr e oficiales y tropa de las
fuerzas del
Gobierno quedaron en el campo mas de cien muertos y unos
sesenta y tantos heridos, y mas de tr einta muertos y otros tan–
tos heridos de los revolucionarios.