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• Apenas me sintió Aparicio ea el Paso de
las Piedras,
levantó campa–
mento y se pu o ea marcha con nimbo al A rroyo
egro
llevando ya una
fuerza r.omo de
1500
h ombres.
Camine ese dia
todo el dia y toda la noche
y le dí alcance en la Puntas de Goazalez
á
los primero
tiros se puso al
trote y ea retirada, caminando ese dia hasta las Punta
de Averias Grande
sin que hubiera medio de hacerlo parar y librar batalla, apesar de la despro–
porcioa numérica de nuestras respectivas fuerzas.
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Aparicio pasó al
ur por el Paso de Polanco, y yo puse término
á
las ope–
raciones aclivisimas que habia ejecutado, para encontrarme bajo
la
presioa de
las acusaciones mas injuriosas y fulmin antes.
• Ea esa siluacion recibí una nota del P residente de la República ea que
se me ordenaba me pusiese de acuerdo coa el Coronel Ordoñez y pasase al
Sur á organizar un ejército capaz por si solo de batir al enemigo.
• A sí lo efectué haciendo
30
leguas en dos dias y
pasando por frente á
Mercedes por órdea que tuve del mismo M inistro de Ja Guerra, habiéadoseme
quedado ea el departamento de Paysaad ú, Ja division de aquel departamento y
una parte de la del Salto. Con
todo, formamos coa el Coronel Ordoñez una
columna de
1700
á
1800
hombres, coa los cuales nos pusimos en marcha so–
bre el enemigo que venia buscando el departamento Mercedes.
• Ea Poroagos tuvimos noticias de que el Ejército estaba campado en las
puntas de Maciel y marchamos ea esa direccion, pero el enemigo, como siem–
pre, apenas nos sintió se puso ea march a con rumbo
á
San Borja
y
paró ea
el paso del Yí del mismo nombre; vadeamos el mismo paso y A paricio
siguió precipitadamente y no paró hasta el depart amento de Cerro-L argo, in–
corporado ya coa Muaiz y contando ea sus filas ma5 de tres mil hombres.
>
Detuvimos entonces nuestras marchas porque desde Poroagos habia comu–
nicado al. General en J efe mi situacioa y pedídole órdenes, las que no recibi
siaó despues del contraste sufrido por el General Castro, y
su
retirada
á
la
Sierra. Entre
tanto por órdea del Presidente emprendí otra
vez Ja persecu–
cioa del enemigo dirigiéndome al P aso de los Toros, porque
tuve conoci.
miento de que
el enemigo pasaba al Norte
del Rio Negro,
una vez mas
por el Paso de Pereyra.
• En mi marcha vino el desbande de las
fuerzas de Colouia y Mercedes
que marchaban
á
órdenes del Ministro de
la Guerra, Coronel Ordoi'lez, y
tuve que hacer alto y que comunicar al Gobierno lo que ocurria.
• Luego me diriji
á
P aysandú; hice mi renuncia con calidad de indeclina·
ele y pedí un Consejo de Guerra desde
á
bordo del vapor
Coquimbo,
á fin
de sincerarme de los cargos que se me hacian.
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Despues de la prolija y verídica exposicion que he hecho, mis conciuda–
danos y el pais en tero juzgarán.
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Puedo haber cometido errores, pero que no son los mayores ni los de
mas funestas consecuencias entre los muchos que han cometido casi todos los
hombres públicos en esta época dificil y de prueba.
• He sido de todos los Generales el que mas ha resistido á la fatalidad de