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tiva podia ex1gmne el cumplimiento de una órden, que mientras eso no su •
cediese no era legítima ni regular.
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El General en J efe no me oyó ni oyó á nadie, montó á caballo y salió
del Ejercito con algunos jefes y oficiales, diciéndome que me hiciera cargo
del Ejército, á lo que manifesté que me rehusaba.
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Pero á pesar de eso el General Suarez no se detuvo y fué á acampar á
legua y media de aquel punto .
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Fué recien entonces que asumí por momentos y de hecho el mando de¡
Ejército y que ordené al J efe de Estado Mayor que hiciese campar.
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En vez de aprovechar esta coyun tura para asumir el mando del Ejército
que con excepcion de los batallones "Urbano" y "Pacheco" quedaron en el
campo, y de asumirlo con tan legítima razon como del abandono que de él
acababa de hacer el General en J efe, de una manera tan estraña, fuí personal –
mente á disuadir al General Suarez de su propósito, manifestándole qne los
jefes á quienes suponia sublevados acatarían cualquier órden que se les tras·
mitiese por el conducto regular y por los medios establecidos para tales casos,
consiguiéndolo despues de muchas esplicaciones é instancias que el General
Suarez volviese á ponerse al frente del Ejército, mediante la órden que se
daria á los Comandantes V azquez y Latorre y Mayor Castillo, de arresto y
de presen tarse en Montevideo á responder an te un Consejo de Guerra de los
carg~s
que se les h acian.
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Por la conducta, pues, que observé en este estraño
i~cidente,
se puede
juzgar hasta donde eran calumniosas las suposiciones de que yo desobedecia
al General en J efe del Ejército.
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Volviendo á mi narracion, debo declarar que me puse á las órdenes del
nuevo General en J efe del Ejército, siempre en mi puesto de Jefe de V an –
guardia.
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Del Rincon de Viñoles marchamos hácia Mansevillagra buscando al ene –
migo. En las puntas del Santa Lucia Chico, tuvimos parte de que el enemi–
go estaba del otro lado de Arrayan; marchamos toda la noche y en el primer
gajo de Mansevillagra encontramos su primer guardia, la que fué cargada y
arrollada.
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Dí cuenta al General en J efe de la presencia del enemigo; dí órden
al
Co–
ronel Coronado para que descubriese los flancos por ser de noche todavia y
avanzase siempre hasta descubrir el grueso del ejército, lo que se efectuó ar·
rollándole todas sus guardias.
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Descubrirnos al amanecer al enemigo con su línea formada sobre el Ar–
rayan, formando yo mi línea con las fuerzas de vanguardia, á ocho ó diez cua–
dras de la linea enemiga.
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En el acto dí cuenta
al
General en J efe de lo que succdia, manifestándole
que no presentaba mas de
1600
combatientes, al mismo tiempo instaba al Ge -
neral para que precipitase su marcha
y
batir al enemigo.
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El General Castro avanzó en efecto, pero no creyó conveniente obligar la
batalla, permaneciendo todo el dia con las líneas tendidas hasta que á las cua·
tro de la tarde e incoporó .Muniz con una columna de mil y tantos hombres