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al Norte.-Eo la cuchiIJa de Peralta, supe que el enemigo había reunido to·
das sus fuerzas en el mismo departamento, en mucho mayor número que la
columna
á
mis órdenes.- Dí cuenta al General en J efe y el General en Jefe
marchó con todo el ejército en proteccion mia, pero el enemigo no nos esperó
y se dirijió á marchas forzadas hacia el Cerro Largo.
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Entonces el General Suarez regresó con todo el ejército para el Paso de
Polaoco, cuyo movimiento no me esplicó, desprendiéndome desde la cuchilla
de P eralta con
600
á
700
homb:es á los Departamentos de Salto y Paysan·
dú, á reorganizar las fuerzas de aquellos departamentos.
>
Antes del mes vine á incorporarme al General Suarez en Santa Lucia
con mas de
2000
hombres, despues de haber incorporado las fuerzas de
Mercedes, advirtiendo que desde que pasé el Rio Negro hice chasques al Ge–
neral en J efe, preYioiéodole que el enemigo con todas sus fuerzas incorpora–
das estaba en Mercedes y que
alli
debiamos buscarlo para batirlo. Pero el
General Suarez me reiteró la órden de marchar á incorporármele, manifestán–
dome que él las habia recibido para marchar sobre Montevideo.
>
Asi lo hice, y pocos dias despues, incorporado al ejército en el Rincon
de Viñoles, tuvo lugar la separacion del General Suarez y su reemplazo por
el General Castro.
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Debo prevenir que en esos momentos se me atribuyeron sentimientos
hostiles y de desobediencia al General en J efe del Ej ército, calumniando mis
intenciones, pues cualesquiera que fu esen mis resentimientos y desagrados con
aquel general, yo le pres taba el acatamiento debido, como lo prueba el pro–
pio hecho de efectuar mi incorporacíon obedeciendo sus órdenes no obstante
que no podía menos de lamentar que perdiésemos una oportunidad tan favo–
ble para caer sobre el enemigo.
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Si tales sentimientos de h ostilidad á la persona del General en J efe hu–
biese alimentado yo, sobradas ocasiones se me habrían presentado de dar
satisfacion á mis propósitos.
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Poco despues de la batalla del Sauce y marchando en persecucion del
enemigo, tuvo lugar un incidente que
á
haberlo yo querido me habría puesto
al frente del ejército.
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El Ej ército estaba en Ma<:iel
y
yo con la V anguardia sobre el Pueblo
del Durazno h ostilizando al enemigo en el Paso del Yí, cuando recibí órden
por intermedio del Comandante Solano de presentarme en el Ej ército
y
de
efectuarlo con urgencia.
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Observé que estaba al fren te del enemigo y se me reiteró la órden.
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Obedecí y encon tré al General Suarez en reunioo de Jefes.
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Me impuso el General Suarez de que una brigada del Ej ército estaba suble–
vada y que él abandonaba el Ejército si yo ,no prendía los jefes suble·
vados.
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Manifesté mi estra!'íeza por tan inusitado proceder, pues que á los gefes
á quienes se suponían sublevados estaban presentes y no manifestaban resis–
tencia alguna á las órdenes del general.- Dije al general que si daba órden
de prision á esos jefes, ellos se darían presos, y que solo en caso de nega-