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Al dia siguiente el enemigo se retiró en direccion á los Chanchos, y no·
sotros lo seguimo por el flanco derecho h asta formar nuestra línea en el
camino que viene de Cerro-Largo para finas (Punta de los Chanchos); vol–
vimos á tender la línea y volvimos á permanecer ea esa actitud por todo el dia.
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Yo no
P.rael General en J efe del Ej ército, y yo no puedo ser responsable
de que ni en una ni en otra ocasion se librase una batalla que uos habria dado
una victoria completa.
• Todavia en el campo de D. Meliton Casas volvimos á encon trarnos con
el enemigo y permanecimos todo el dia frente á frente sin hostilizamos.
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Lo demás que ocurrió en esos dias, no h ace al objeto de esta mi nar–
racion.
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De alli el enemigo tomó rnmbo al Departamento de la Colonia y nos·
otros marchamos en su seguimiento dándole alcance en l\IIauantiales ó Pun–
tas de San J uau.
:o
Aquí se libró la batalla de este nombre, en la cual pueden decir mis
compañeros en aquella j ornada cual fué mi comportamiento, pudiendo asegu –
rar que tampoco dependió de mi que no se librase la batalla á horas de
sacar del triunfo to das las ventajas posibles.
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Puede decirse que hasta aquí, el Gobierno, la opini on y la prensa me
hicieron justicia, reconociendo que por lo menos habia puesto toda mi lealtad
y mi buena volun.tad al servicio de la causa en que militaba; recuerdo todavia
con satisfaccion y con orgullo los conceptos favorables que he merecido, y
por lo mismo debo empeñarme doblemente en demostrar que despues de esa
jornada ea las nuevas operaciones que abrí al Norte del Rio Negro, no he
dado motivo para ser acusado y combatido como lo h e sido.
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Efectivamente al día siguien te de Manantiales se acordó que yo debia
marchar al Norte del Río egro, el Coronel Ordoñez á los D epartamentos de
la Colonia, Mercedes y San J osé y el General Castro á los demás departa–
mentos del Sud.
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A.uaque esta fué la resolucion adoptada, el General Castro no me des –
prendió hasta un mes despues de la batalla de Manantiales desde las puntas
del Blanquillo--habiendo tenido que marchar casi á pié .
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En esos dias Fidelis
é
Illa acababan de ser derrotados, y esto daba al
enemigo gran preponJerancia al Norte del Rio Negro.
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Yo no llevaba mas de
800
hombres muy mal montados, como ya he
dicho, y sin municiones porque no las babia en el ejército.
Pasé al Norte, sin embargo, y marché hacia el Paso del Sauce en el Que–
guay, remonté ymonté mis fuerzas hasta
1500
ó
1600
hombres y entonces
empecé la persecucion de Aparicio que h abía pasado al Norte y que había
encontrado victoriosas las fuerzas de Puentes y Salvañach, con las · cuales for–
mó una columna
re~petable.
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Encontré su vanguardia en las Puntas de la Tranquera, la cual fué arro–
llada
y
corrida por el Comandante E scobar á mis órdenes hasta caer á la
Sierra, de noche ya.