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Al S r. D. Francisco B auzá, redactor de «Los DebateS!>.

Estimado compatriota: E speré

con verdadera ansiedad,

leí con

creciente

interés su contestacion á mis pocas palabras en defensa de esos

pobres

Ge–

nerales que han hecho en esta guerra cuanto han podido y aquí los

juzgan

lo peor que pueden.

«

Francamente, ese escrito no parece dictado por el mismo autor de los

anteriores.

e Mi mano no fué maestra para trazar las paralelas y

abr ir las baterias;

pero V d. comprende que todo es relativo-la defensa debe ajustarse al ataque.

>

Seria impertinente jactancia aglomerar fuerzas sobre la debilidad.

»

Verá Vd. que en el curso del debate, esas paralelas trazadas sin maestria

se convierten en formidables círculos de acero, que

impondrán la necesidad

de someterse ante Ja majestad del derecho desconocido, y al brillo deslum–

brante de la verdad mas pura é innegable.

>

Lo que Vd. ha

tomado como el preámbulo del inmediato asalto, no

pasó de la ligera inclinacion

pa~a

recoger el guante arrojado diariamente por

Los Debates

á las primeras categorias militares del país; que quiero defender

porque

la conciencia me lo manda y la voluntad me sobra; porque debo

defender, pues participando de sus penurias en campaña, sería injusto en no

apreciarlas debida y públicamente.

·

>

No vaya Vd. á decirme partidario apasionado de

lo;

m ilicos,

porque

seguramente Je echo en cara sus doctrinas sobre el

ejército permanente.

:o

Ya que ellos dedicaron su vida á

las mortificantes inquietudes de la

guerra, justo es que no les falte una palabra amíga

en sosten de su derecho,

cuando Jos que aprendían á discutir, mientras ellos les garantían la existencia

de las aulas, los desheredan de lo único que tienen-sus cualidades militares,

adquiridas con tantos sacrificios.

»

Pero sentemos

la cuestion: <

l.os

generales son nulos porque no

han

terminado la guerra»,

dice usted en

L os Debates

con mas ó menos palabras,

pero ese es el fondo.

«

Y no acaban la guerra por andar en

ver aneos,

bailes y banquetes, y

haciendo cuarteles de invierno sin necesidad.»

»

Todo es falso, absolutamente fal so.

>

Lo que sobra para hacer la guerra y hacerla con éxito, es un General en

Jefe.

>

Lo que falta para que la guerra se haga como debe ser, es un Gobierno

que sepa gobernar.

>

Castro, Caraballo y Suarez,

todos son activos y capaces de desenvolverse

sin embarazo.

>

El que es pesado, indeciso, que no adopta jamás temperamentos definiti–

vos y que lleva á

todo y á todos, los inconvenientes de la perplejidad, es el

jefe de los Generales, es el General Batlle.

:o

Borges se sublevó, puede decirse, á la autoridad que

investía el General

Suarez; licenció su

fuerza, obligando á Suarez á estacionarse en Polanco,

mientras iba hasta Paysandú á. , •• reunir la dispersada fuerza.