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Y unido á todo esto, vino á robustecer y á dar vigor á
la re
volucion la tremenda derrota y muerte del General Fidelis,
uno de los jefes mas valientes y activos del Gobierno, por los
bravos Coroneles Puentes y Salvañach el dia 15 de Agosto en
los campos de Tacuarembó, cuyo encuentro, como todos los
que se sucedieron en este período hasta la paz de Abril, los
describiremos en e l capítulo siguiente.
El ejército pasó al Norte del Rio Negro, uno ó dos días des–
pues de aquel hecho, pues debemos hacer constar, que el dia
16 ó 17 de Agosto, despues qe una breve permanencia en Cerro
Largo, adonde habían venido en su persecucion fuerzas del Go_
bierno, había vadeado el Río Negro por el paso de Mazangano
habiéndose ya agrandado el grupo con algunas incorporaciones
que se habían efectuado durante esta travesía. La noticia del
triunfo fué recibida con grandes demostraciones de alegria por
todos aquellos patriotas, y como una chispa eléctrica recorrió
todos los ámbitos de la república y pasó á Buenos Aires, dando
ánimo á los
r~volucionarios
que se mantenían todavía en armas
y á los mismos que habían emigrado para el estrangero, á
tal
punto que muchos de éstos, entre otros los coroneles Rafael Ro–
dríguez y Pedro Ferrer, volvieron nuevamente al país á prestar
sus servicios á la revolucion, desembarcando á los pocos dias en
el litoral uruguayo, en cuyas costas anduvieron hasta el final
de la guerra con la gente que pudieron organizar, operando
sobre los departamentos del Oeste.
Tambien se formó nuevamente otro Comité en Buenos Aires
con el patriótico propósito de ayudar á los revolucionarios, á
quienes, casi, puede decirse que los habían considerado ya
como perdidos. Baste agregar, que los nacionalistas llegaron
á tener otra vez mas de cinco mil hombres sobre las armas.
Pero apesar de todo, la revolucion tomaba cada dia un carác–
ter mas acentuado de «guerra civih, no solamente por lo que
se prolongaba
y
por la clase de guerra que había que soste–
ner, guerra sangrienta de montoneras y de recursos, sino tam-
revoluciou que emigraron par:i aquella ciudad despues de la batalla de M anantiales.
E ntre
otros que no
recordamos, cita.remos
á
los señores Avelino
y
Carlos A mbrosio L erena, D on
E rnesto de las Carreras, D . Melchnr Belaustegw, Dr. Eustaquio T omé, Dr. Juan A ngel
Golfo.rini, D . Federico
Tin R eyes, D. 1\1artin Vicente Perez, los Sres. C ibils
y
Artagavoitia,
el G eneral D. L ucas
~íoreno,
D . Estaoislao Camino
y
Sr. Britos de l Pino.