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• ¿Quién descenderá mañana á la tumba ? ¿Quién sobrevivirá á la heca–
tombe para adm irar los esplendores del venidero? ¿Quién consumará el sa–
crificio de su existencia en áras de la inmortalidad? ¿Quién arrebatará los
sagrados destinos de nuestra patria que el Dios de las batallas traerá en su
carro de guerra al cruzar por los campos de la muerte?
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Ese voluntario de la democracia que allí duerme, no es el espartano, que
luchaba refugiado en el bronceado escudo; no es, no, el romano que en la
batalla tremenda ocultaba tras la tosca coraza su pecho y su alma bajo el
fornido casco; no es el parto que fugitivo lanzaba la fl ech a traidora, ni
el
fü~ro
númida que h eria oculto tras el cuerpo del p otro del desierto; él com–
bate frente á frente, y brazo á brazo como solo el oriental sabe luchar, sin
mas armas defensivas que su corazon brioso y su alma temeraria.
• i Oh! cuando cruzan por las cuchillas eternas, en un dia tri ste y h elado
de otoño, pálidos, haraposos, desgreñados, con los brazos inertes, los piés
desnudos y ateridos, el cuerpo tembloroso, con el alma triste, con el corazon
negro ; con el pensamiento muerto y la conciencia sombría, fija la mirada en
los cielos lúgubres de la patria, en los horizontes sin fin, el alma meditativa
que los contempla, h undido en un profundo arcano trae el recuerdo los dere–
chos ultraj ados y las libertades ahogadas en sangre que 5ublevan en nuestros
días de llanto sempiterno, á esas masas olvidadas, conmovidas á impulsos de
UD
géoio formidable, y que levan tan iracundas la enseña sangrienta del es–
partano político.
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iAh! quisiera que volviésemos
á
los esplendores de nuestra primera edad,
tan llena de sublime fiebre y de delirio santo, libres del hábito de L ázaro,
purificados y redimidos para caer de rodillas sobre los campos de Sarandí,
término de nuestra
via dolorosa,
y besar con fervor aquel suelo bienhadado,
cuna del génio de nuestra patria, sitio memorable del primer combate por el
derecho, sepulcro glorioso de nuestros viejos padres !
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Continúe, entre tanto, la grande obra empezada por la libertad esclaviza–
zada; mañana será otro día, ¡oh! un día lúgubre; pero asi el porvenir lo exije,
así lo exije el pueblo soberano.
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A la luz del vivac se
p~rpetra
el
consumat est
de nuestros destinos, se
elabora el gérmeo purísimo de la redencion; ¿quién e.njugará para siempre el
llanto amargo de la patria bienhadada, quién levantará su génio á la cumbre
para no descender jamás?
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Rota la lanza en las lides inmortales, ¿qué es lo que queda? El laurel de
la victoria y de la paz.
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¡Despojar á la patria de .su corona de espinas y ceñir su frente con ese
laurel que entoncés h ará brillar ma que nunca el ol de su baodera, esa debe
ser la mirada de la ya postradas generaciones oriea tales !
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.:Man evillagra, Junio
2 2
de
i
87
l.
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Paso
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decirle que anteanoche marchamo toda
la
noche al trote hasta
ayer
á
la 9 de de la mañana, hora en que alcanzamos al enemigo á r y
r/2
leguas de e te punto en un gajo de e te arroyo, llamado el Arrayan .