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suelo. El Comandante Burgueño que vé esto, le g rita que

monte en las ancas d e su caballo ; pero-se opone decididamente

Rodriguez y cae en el acto en poder de sus enemigos, lanceán–

dolo, segun se nos aseguró despues, el Capitan guberni ta

D. Paulino Zabatel.

P erseguidos siempre llegaron los r evolucionarios adonde es–

taba el Coronel Rodriguez, que se encon traba ya con su gente

preparada.

Reunidos á este jefe todavía no formados los escuadrones en

escalones y movido del campamento, c ua ndo ya se encontraba

flanqueado por dos divisiones de caballeria que lo escopeteaban

sin cesar. En este órden, guerrillándose ambas fuerzas por

los flancos y al galope de las cabalgaduras, se alcanzó el ejér–

cito, el cual, desd e la hora que tnvo el aviso de que se

aproximaba Castro y en la imposib ilidad d e r etirarse, habia

t endido la línea de batalla, haciendo apar entar el tripl e de las

fu erzas que poseia por la habilidad con que habian sido colo–

cadas y aprovechando la oscuridad de la mañana y las sinuo

sidades del terreno, que era lleno de ondulaciones y e n parte

con algunas serranias y cañadas inac•:esi bles habi endo calculado

con tal precision el General Aparicio los movimientos del ene–

migo, que tal y cual como el dijo que formaría su línea, y hasta

á la hor a que la formaría, así sucedió.

De ocho á nueve d e la mañana t endía el General Castro su

línea de batalla, conformándose con enviar algunas balas de

cañon que fueron contestadas por los artilleros r evolucionarios,

y sin animarse á atacar, como había sido su intencion, por la

imposibilidad de d escubrir á los nacionalistas d eb ido á la cerra–

zon , y porque lo que descubría le inducia á creer que éstos con–

taban con mas gente d e la que él había supuesto.

La línea r evo luciona ria tomaba mas d e una legua de esten–

sion. En los bajos habían sido colocadas en órden de batalla, nu–

merosas caballadas que poseia el ejército, matizadas con algu–

nos escuadrones de caballeria; estendiéndose lueg o por las acci–

dentaciones de las sierras, filas inmensas de caballería colocadas

d e uno ó de dos en fondo: hasta el parque con t od o su innumera–

ble convoy estaba formado en la línea d e batalla. Y todo esto

,

para que fuera mas difícil descubrirlo á grandes dist ancias, lo

qu e no era posible por la oscuridad de la atmósfera, formando

ángulos y caracoleando en t odas direcciones, habié ndose colo–

cado frente á los ángulos partidas de observacion para evitar