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departamento con el General Manduca Cipriano, nombrado re–
ci.entemente Comandante d e Fronteras, y embarcándose otros
con el General Moreno para Buenos Aires; y el 20, llegaron fe.
lizmente al ejército la vanguardia y la division de Ferrer, la
primera porque sintió el cañoneo es tando acampada en el a rro–
yo de los Chanchos, próximo á Mansevillagra, hallándose en
marcha d espues de haber r ecorrido varios departamentos bus–
cando la incorporacion d el ejército, y la última porque recibió
chasques ordenándole se incorporase
inmediatamente. Dos
dias antes d el enc uentro de Mansevillagra, habia recibido tam–
bien el General Aparicio comunicaciones d el Rosario, en las
cuales se le hacia saber que se encontraba en aquel punto el
Coronel Palomeque conduciendo una nota del Gobierno Argen–
tino que insistia sobre la paz y que habian llegado dos piezas
de cañon. El conductor de estas comunicaciones fué el oficial
D. Enrique Durañona.
El enemigo que t enia conocimiento del estado en que se ha–
llaban los nacionalistas pues hacia días que andaba siguién–
doles la pista, caminó toda la noche d e l 19 á marchas forza–
das, con el propósito d e sorprender al ejército revolucionario,
habiéndose salvado este únicamente debido á la gran habilidad
que demostró Aparicio en tende r la línea de batalla en las pri –
meras horas d e la madrugada del dia 20.
En esta inolvidable madrugada, el que escribe est e libro ha–
llábase con el escuadron. que mandaban los Comandantes Ger–
vasio Burgueño, como primer jefe y como
segundo Zoilo
Rodríguez acampados con los caballos d e la rienda en la costa
de un arroyito próximo á el brazo que sale de Mansevillagra
llamado el Arrayan., donde se encontraba el ejército y en cuyo
sitio se t endió por el General Aparicio la famosa línea de Man–
sevillagra, en una noche oscura y siendo próximamente las 12·
de' la noche.
Partidas esploradoras andaban en observacion del enemigo
desde h acia varios dias. El anterior se tuvo conocimiento que en
la estancia del señor
J
ackson, llamada Santa Clara, se ha–
bía presentado una partida contraria. Inmediatamente el Co–
mandante Burgueño envió una guerrilla al mando del Alferez
Márcos para que se cerciorara de si era cierta la noticia, el que
cumpliendo· la órden ll egó hasta la estancia y quedó allí en
observacion, enviando un chasque al anochecer comunicando
que el ejército enemigo venia en marcha hácia los revoluciona-