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cluyendo por retirarse los dos ejércitos, el de Aparicio para el
Oeste y el de Castro para el Sud.
Durante este armisticio hubo manifestaciones recíprocas de
fraternidad, declarándose por ambas partes el deseo de la paz
y formar gobiernos verdaderamente constitucionales. Des–
graciadamente todo no pasó de los buenos deseos.
Se sucedieron tambien algunos episodios que merecen la
pena menc10narse.
Uno de ellos fué el
enc~entro
de los hermanos Zabatel, uno
al servicio de los colorados (el que mató al Comandante Ro–
driguez) y el otro con los nacionalistas. Ambos eran Capitanes.
Al encontrarse se miraron con ódio reconcentrado; se insulta–
ron lu ego atrozmente y por último, concluyeron por desafiarse:
lo que felizmente pudo evitarse por los que presenciaban con
dolor aquella escena bien elocuente de lo que son las guerras
entre los hijos de una misma nacion, que llega hasta el punto
de odiarse los padres con los hijos y los hermanos con los her–
manos.
Ese mismo día hubo un desafio
á
lanza entre dos enemigos
irreconciliables, muriendo en el lance acribillado de heridas el
guerrero revolucionario. Y dos ó tres días antes fué muerto
un soldado del gobierno que cruzó las guerrillas y se presentó
e n la línea revolucionaria buscando al General Aparicio.
Otro de los episodios que hubo de costar caro á sus autores,
fué la imprudencia cometida por algunos nacionalistas, entre
ellos el Comandante Jaime Buela, ex-j efe político revoluciona–
rio del Durazno, que aprovechando el armisticio se fueron hasta
el ejército contrario el día 26, en momentos precisamente que
acababan de abrirse las hostilidades. Cuando los visitantes su–
pieron que había terminado el armisticio, fué grande su sor–
presa; pero ya no había remedio: eran prisioneros del enemigo.
El General Castro, sin embargo,
á
quien fueron
llevados
en el acto, se portó admirablemente bien con
los revolu–
cionarios en particular con el Comandante Buela,
á
quien cum–
plimentó delicadamente; mandando que los acompañase un
escuadran hasta quedar en el campo opuesto como así se hizo
con toda galantería por parte de los que los acompañaban.
Por último, en los días del armisticio fué asesinado el Capitan
Lúcas Piriz, hijo del héroe de Paysandú del mismo nombre y
a l servicio de la revolucion, por las fuerzas del gobierno que
recorrian las líneas avanzadas .