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en un ejército para saber lo que es . No se concibe nada mas
imponente y horroroso; particularmente s i es en una noche de
tormenta.
Empieza por escucharse á lo lejos un ruido sordo, cuya
intensidad cr ece por momentos, así como si fuera una violenta
t empes tad que viene acercándose con rapidez.
Se crée primero que es un t emblor de tierra, por el movi–
miento de trepidacion que produce en el s uelo, ó acude á la
mente la idea de un ri o desbordado, arrastrando todo lo que
encuentra á su paso y volcando s u corriente furiosa en la cima
de hondo precipicio, ó la suposicion de una sorpresa del ene–
migo aprovechando la oscuridad para
trae r un inesperado
ataque.
Así es siempre magestuoso é imponente el espectáculo de
una disparada d e caballos, mas grandiosa todavia si tiene lu–
gar en una noche tempestuosa y al estampido ronco del trueno
repetido por el éco en las cercanas cuchillas ó en las faldas de
la sierra.
e mira á la indecisa luz de los relámpagos que se
suceden, una inmensa mole que se agita sin cesar, que corre
ciega ll evándolo todo por delante y que amenaza por momen–
tos destruir el campamento y pasar sobre las fuerzas, dejando
en pos de sí la muerte y el espanto.
Privados del r eposo á que se entregaban un instante antes,
los soldados, dándose cuenta de la gravedad del peligro, dis–
paran a l aire sus armas ó corren de un lado á otro movie ndo
los tizones encendi dos del abandonado fogo n, para cambiar la
direccion de la caballada que dispara y evitar un choque de
que nadi e podria salvar ileso .
El ánimo mas firme se siente sobrecogido por el temor y
c uando ya disipado el peligro, se escucha el ruido que se aleja
hasta perderse, recien entonces vuelve la tranquilidad poco á
poco,
e acaban las últimas conv ersaciones y el silencio reina
de nuevo entre los soldados que descansan breves horas, para
recomenza r con las primeras luces del dia siguiente s u agita–
da vida de zozobra y de exposicion contínua.
Tal es una disparada, descrita á la ligera con pálidos colores.
A causa de ellas, en mas de una ocasion quedó casi
á
pié el
ejército revolucionario.
Como casi siempre los r evolucionarios andaban en marcha,
e ra muy g neral ver
á
los soldados ir comiendo
churrascos