Table of Contents Table of Contents
Previous Page  218 / 840 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 218 / 840 Next Page
Page Background

-

172 -

que solo es posible alcanzarlo en la lucha leal de la prensa, de la tribuna, de

las asambleas populosas y del sufragio.

>

Pero

El Siglo

debe convenir al mismo

tiempo

en que nada es mas

opuesto á esto que su propaganda, que

tiende á

resucitar á los partidos en

sus antiguos ódios y sus antiguas divisas.

Si

El S iglo

sabe trazar con mano

maestra un programa político, es seguramente el que menos h ace por ponerlo

en práctica.

Si sostiene á veces magníficas

teorias, se muestra siempre par·

tidario intolerante.

»

El S iglo

representa en mi concepto un rol intolerable. Quiere conciliar

lo que es inconciliable. Quiere ligar las doctrinas liberales que decanta, con

los elementos viciosos, escluyentes y personalísimos de uno de

los partidos

en que estuvo dividida nuestra patria.

:o

El Siglo

no ha comprendido lo que yo entiendo que es un principio

incontestable: esto es, que para ser liberal

y

principista es necesario levantar

la idea

y

la doctrina

sobre

los hombres y los partidos.-El

Siglo

por el

contrario ha caido siempre en el gran error de hacer secundario lo principal

y de no hablar de principios sin fotografiar sus hombres, que han sido, como

lo acredita el presente,

los despiadados verdugos de esos mismos principios.

El Siglo

ha creido que solo su partido es capaz de organizar al país y

de conquistar

y

afianzar los principios liberales,

y

ha persistido en esa creen–

cia, sin pensar que el privilegio importa la negacion; y persiste valientemente,

aunque los hechos acallen su voz y se reproduzcan atentados que nos humi·

llan y avergüeuzan .

»

De aqui se desprende la esplicacion de nuestras posiciones respectivas.

»

Mientras nosotros hemos levantado una ancha bandera de principios, de

libertad y de concordia, que admite á todos los hombres que vengan á sos–

tenerla,

El S iglo

enarbola la antigua divisa del partidario

intransigente y se

esfuerza en una propaganda sin eco, porque está en abierta contradiccion con

sus principios manifiestos.

¿Cómo hemos de creer en su liberalismo, si traen

una escarapela encarnada que representa la lucha encarnizada del pasado?

>

Nosotros, por el contrario, prescindimos completamente de

las personali–

dades y no entendemos que ningun hombre, ni círculo

alguno, puedan encau–

zar las ideas á que rendimos culto. Bajo esa bandera pueden confundirse todos

los hombres y todos los partidos, porque si la fusion es inmoral cuando equi–

vale á la renuncia ó la abdicacion de la conciencia individual, no lo es cuando se

basa en una idea alta y generosa, que dá ancho campo á todas las aspiraciones

legítimas.

• Vd. suprime con gusto la época del Cerrito -algo es algo-dé Vd.

un

paso mas adelante y habremos venido al verdadero terreno apreciando las ver–

daderas causas de la guerra actual.

>

Eso es lo que pretendo demostrar en un segunde artículo, porque hoy no

toogo tiempo para más.

>

Hasta entónces saluda al Redactor de

El Siglo,

S. S. S. Q. B. S. M.

Belisario Estomba.

Avanmidas, Noviembre 23 de 1•870.

»