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El Coronel Salvafíach,
fué
nombrado jefe de la Fortaleza y
el Comandante Veles, segundo jefe; en cuyo punto estuvieron
hasta el dia que se levantó el sitio, abandonándolo despues ele
haber sacado las armas que se pudieran ll evar y prenderle
fuego al r es to.
He aqui la carta del Comandante Mendoza:
"
Sr. Dr. D. José P. Ramirez .
" Estimado Doctor:
" La presente tiene por objeto hacerle una
relacion verídica del triste su–
ceso del Cerro, no tanto por sin cerarme yo, cuanto porque se defina de una
vez ese hecho y no dé cada uno su opia ion aislada á ese respecto.
" La guarnicion de la
fortaleza se componia de
20
hombres de caballeria,
que no sabian cargar un
fu sil, de 8 inválidos y de
12
Guardias Naciom1les
cuyo conjunto Vd. comprende bien, no podia llenar las exigencias de un ser.
vicio rigoroso. Añada V d. á eso, que
la guardia de servicio esa noche estaba
en connivencia con el enemigo y dígame doctor, si era posible resistirse contra
un batallen de catalanes, cuyo arroj o y aptitudes para ese género de empre–
sas seria locura negar,
sostenidos por una reserva nume1osa y provistos de
todos los enseres para un a5alto, como escaleras, etc., las que dejaron que ar–
maran las centinelas de la guardia, y por las c,uales treparon por s;eis diitintos
puntos, pues las llaves del porten estaban en mi poder.
" Sin embargo, en med io de esa con fusion espantosa de vivas y de bala–
zos, logré ganar la azotea con dos ó
tres oficiales y desde allí hablé
á
la
tropa para que saliera afu era de las cuadras, pues
á
los primeros tiros se ha–
bia encerrado con sus oficiales y viendo que eran inútiles mis esfuerzos, pues
una vez que quisieron salir fueron recibidos por una descarga de la cual mu–
rieron dos y estando rodeados de enemigos por todas partes siendo el blanco
de las balas enemigas y queriendo salvar las vidas de mis compañeros, capi–
tulé desde arriba obligándose ellos á respetarme
la vida
tanto á mí como
á
todos. Bajé al patio, hice salir de las cuadras
á
la tropa y fuimos conducidos
prisioneros al campamento enemigo, donde el General Aparicio me habló largo
rato y concluyó por darme un pase hasta la ciudad
á
mí
y
á
mis oficiales, de
los cuales uno solo prefiri ó quedarse en campo enemigo.
Esta es la verdad
de lo acaecido y debo advertirle D octor que dia
á
dia por escrito y verbal–
mente había pedido, conociendo la imuficiencia de
h
guarnicion, un refuerzo de
infantería, el que me había sido negado por el gobierno.
" Por lo demás, viejo soldado del partido colorado, solo sieuto que mi
nombre se vincule
á
traicíon, y aunque
a~atido
p•>r una gran desgracia, crea
que guardo intacta la sinceridad de mi conciencia.
'' Me objetan algunos, que en los nueve años de sitio
el
Cerro jamás fué
tomado, pero en ese tiempo la guarnicion era relevada cada 8 días, no dando
lugar así á que pudiera ser minada por el enemigo.