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podríamos responder al noble

y

vasto programa de la revolucion . Nuestro

compatriota

y

amigo el Dr. D . Francisco L abandeira, jóven lleno de entusias–

mo

y

de generosas ideas, nos acompaña en esa cruzada regeneradora del espí–

ritu, que dignificará la revolucion

y

abrirá una nueva era para la patria de los

Orientales.

" En ese camino se nos encontrará siempre

y

nos anima la esperanza de

que en él hallaremos tambien á todos los hombres de buena voluntad, á todos

los sanos

y

verdaderos patriotas.

" De todos será el porvenir.

Agttstz"n de Vedz"a.

" ·

Mientras el ejército revolucionario venia, como hemos dicho,

y ponia sitio á Montevideo, el General Caraballo con los restos

del suyo pasó al Norte del Rio Negro, donde se reunió á

los pocos días con el General Suarez que seguia tambien á

marchas precipitadas esa direccion con los restos de su

ejército, y determinaron marchar de consuno, dando juntos una

proclama á sus fuerzas, uno. de cuyos párrafos era el si–

guiente: «La reunion de los dos ejércitos con sus jefes ague–

rridos y sus legiones de leales partidarios, representa para el

país y para el partido, la seg uridad de que no jugaremos mas su

suerte al azar de una batalla, porque mal podrian darnos batalla

una vez incorporados quienes no pudieron vencernos en detalle

y cuando la fortuna les fué á todas luces mas propicia."

Posteriormente el General Caraballo renunció de su puesto

y fué nl)mbrado el General Suarez General en jefe de todo el

ejército.

El General Aparicio, como se verá en el capítulo siguiente,

quiso perseguir al General Suarez, pero no lo efectuó por las

razones que allí tambien expondremos. Respecto de Caraballo,

nadie se preocupaba de él; creíase firmemente que se hubi era

embarcado para Montevideo con sus fuerzas, cuando sólo fué un

batallon-el que mandaba Marconsini, los Cazadores Italianos–

el que vino á la capital.

El General Medina opinaba de esta manera en una de las

cartas á que nos hemos referido, sobre el ejército de Suarez

y

las nuevas operaciones que se iban á abrir: «Hoy, decía, se nos

han presentado doce pasados mas, los que me trasmiten la noti–

cia del desbande de gran parte de las fuerzas de Goyo Suarez,

que se halla campado en las puntas del Arroyo Negro, con 1200

á 1300 hombres. El ejér cito Nacional, entusiasta y decidido

oada dia mas y mas. Nuestras filas se engrosan diariamente, y

pronto golpearemos las puertas de la capital al frente del ejér-