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LORD MACAULAY.
tra este pelig·ro no babia otra seguridad que una ley
del Parlamento, y el obtener semejante ley no era
cosa fácil.
XXIII.
ACTITUD DE LOS CUERPOS CONSTITUYENTES Y DE
LOS LORES.
Todo parecia indicar que si se convocaban las Cá–
maras acudirían á Westminster animadas del mismo
espíritu que en 1640. Apenas podia dudarse del re–
sultado de las elecciones en los condados. Todo el
cuerpo de electores, altos y bajos, clérigos y laicos,
se hallaba fuertemente excitado contra el Gobierno .
En la g-ran maycria de aquellas ciudades doncl.e el .
derecho de votar dependia del pago de impuestos lo–
cales
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en la ocupación de una tenencia, ningún can–
didato cortesano podía ni aun se atrevería
fi
presen–
tarse. Una gran parte de la Cámara de los Comune&
era elegida po:.- individuos de los Ayuntamientos. Es–
tos Ayuntqmientos fueran reorganizados últimamen–
te con el fin de excluir toda influencia de los whigs
y de los disidentes. Más cie cien distritos electorales
se habían visto privados de sus cartas por tribunales
afectos á la Corona,
ó
fueran inducidos á renunciar
voluntariamente sus franquicias antes que se las.
arrancaran por la fuerza.
Todo mayor, todo alderman, todo secretario de
Ayuntamiento, desde Berwick hasta Helstone, era
tory y partidario de la iglesia anglicana; pero asi los
tories como los ang·licanos no eran ya partidarios del
Monar~a.
Lo:o nuevos municipios eran más difíciles