REVOL UCIÓN DE INGLATERRA.
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plo de los rebeldes
colJezas 1·edondas,
mientras quedase
al guna esperanza de arreglo pacífico
y
legal, y tal
e peranza podían muy bien alimentarla mientras la
Princesa de Orang·e fuese her dera presunta de Ja co–
rona. Con solo llevar pacientemente esta prueba
á
que se veía sujeta su fe , las leye de la naturaleza
harían muy pronto por ellos lo que, sin pecado y des–
honor, no podían hacer por sí mismos. Repararíanse
entonces cuantos daños hubiera sufrido Ja Igle ia;
nuevas garantias les a egurarían el goce de sus ha–
cienda y dignidade , y los infames mini tros que ha–
bían injuriado
é
in ultado
á
la Iglesia anglicana en
los dias de la adversidad, recibirían señalado castigo .
XX.
P LANES DE LA CÁBALA JESUÍTICA RE PEC1'0 Á LA
SUCESIÓN DE LA ORONA.
El acontecimiento que la Iglesia anglicana consi–
deraba como honrosa y pacifica terminación de sus
inqaiet
udes eratal, que ni aun los miembros de la
Cábala
jesuíti.capodían pensar en él sin sentirse aco–
metidos de terribles temores.
i su amo llegaba
á
morir sin dejarles más seguridad contra las leyes pe–
nales que una declaración nula para el país en gene–
ral ;
si"
un Parlamento animado del
mismo
espíritu
que había prevalecido en el Parlamento de Car–
los Il se reunía alrededor del trono de un soberano
protestante, ;,no era muy probable que tomasen
terrible revancha, qua se restableciesen con todo
rigor las antiguas leyes contra los católicos y que
otras nuevas aún más severas fuesen á aumentar
TOMO IV.
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