REVOLL'CIÓN DE INGLATERRA.
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Trató$e de corromperles con la ÓfÚta de cátedras lu–
crativas que recientemente quedaran vacantes. Pero
un0 tras otro\ respond ieron con viril entereza que su
concienci~.,
es permitía sacar partido de la injusti-
cia. Un ma
que consintiera eu aceptar una cá-
tedra
[u~ exp~
o de la sala por los demás. Ii;ivitóse
á atgímos de otros col egios , pero tampoco se consi–
_guió n:i ejoi):esultado. El más rico establecimiento ·del
reino
p~recía
haber pendido todos sus atractivos para
los estudiantes ,menesterosos. Al mismo tiemp'o en
Londres y en todo el país se reunía dinero para soco–
rrer á los expulsados
catedrático~.
La Princesa de
Orange, con gran alegría de toclós los protestantes.
se suscribió con doscientas libra
esterlinas . Y sin
embargo, el Rey uo desistía de su empeño. A
Jie.
ex–
pulsión de los electores siguió inmediatamente la de
un a multi tud de
Dernies .
En tanto el nuevo Rector des–
cendía coñ gran rapidez á la tumba, abrumado bajo el
peso de sufrimientos físicos y moral es. Había hecho
un último
y
débil esfuerzo para servir al Gobierno,
publicando, precisamente en la época en que el Cole–
gio estaba én abierta rebelión contra su autoridad,
una defensa de la
Declaración de Indulgencia
&
más bien
de la doctrina de la transustanciación. Este trabajo
motivó g ran número de respuestas, y en especial una
de Burnet, escrita con extraordinario vigor
y
dureza.
Algunas semanas después de la expulsión de los
De–
rnies
murió Parker en la casa cuya posesión debía á
un acto de violencia. Díjose que el remordimiento y
la vergüenza habían destrozado su corazón. Yace se–
pultado en la antecapilla del Coleg·io , pero su tumba
no se di tingue por ningún monumento.