40
LORD MACAULAY.
comisarios se éonstituyeron en tribunal en el salón
de Magdalene Oolleg·e. Oartwright pronunció un
discuí·so lleilo de protestas de lealtad, que algunos
años antes hubiera sido calurosamente aplaudido po r
el público
oxon ien~e.
pero que ahora fué oído con la
más profunda indig·nación. Siguióse
á
esto una vio–
lenta disputa. El Presidente defendía sus derechos,
mostrándose hábil, sereno y resuelto. Protestó de su
g ran respeto á la autoridad real , pero sostenía con
firmeza que, según las leyes de Ing·laterra, la casa y
rentas inherentes á la Presideucia le pertenecían
como cualquier otra propiedad privada. De aquell a
hacienda no podía ser destituido por un mandato arbi–
trario del Soberano.
«¿Queréis sometm·os,
dijo el Obispo,
á nuest!ra autoridad?-j}fe someteré,
dijo Hougll con gTan
habilidad,
en cuanto sea compatible con las leyes, y nada
más. - ¿Queréis enfJrega'l'la llave de v11est1·0 domicilio?"
dijo
Cartwri ght. Houg·h g·uardó silencio, y como se re–
pitiese la pregunta, contestó con una negativa cor–
tés, pero resuelta. Los comisarios le declararon in–
truso, encargando á los profesores no reconocer por
más tiempo su autoridad, y asistirá la admisión del
Obispo de Oxford. Oharnock prometió con gran entu·
siasmo obedecer . Smith dió una respuesta evasiva;
pero la gTan mayoría de los catedráticos del Ooleg·io
declararon reconocerá Hough como su jefe legítimn .
XVII.
PROTESTA DE HOUGH.-N0111BRAllHENTO DE PARKER.
Entonces Hough pidió permiso para dirigir algu–
nas palabra á los comisarios, los cuales con intieron
con gran urbanidad, esperando tal vez de la su actitud
1