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LORD MACAULAY.
LXV.
DISENSIONES E ' EL CAMPO DEL PRÍNCIPE.
Hasta aquí la empresa del Príncipe había prospe·
t•ado más de lo que esperaban sus ardientes partida–
rios; y ahora, según la ley g·eneral que gobierna las
cosas humanas, la prosperidad empezó
á
producir la
desunión. Los Ingleses reunidos en Salisbury estaban
divididos en dos partidos. Formaban uno de ellos los
whig·s, que siempre habían mirado las doctrinas de la
obediencia pasiva y la ur.iversalidad del derecho he–
reditario como serviles supersticiones. Muchos de
ellos habían pasado años enteros en el destierro. T_o–
dos se habían visto excluidos, desde hacia mucho
tiempo, de toda participación en los favores de la
Corona. Halagábales ahora la idea de la inmediata
grandeza y venganza. Abrasados por el rencor, in–
flamados por la victoria y la esperanza,
i\i
aun quc–
rian oir hablar de transacción. Todo lo que no fues e
la deposición de su enemigo no podía contentarles,
y
es
indud~ble
que al obrar así se mostraban de todo
en todo consecuentes.
ueve años antes habían tra–
tado de excluirle del trono por suponer que sería un
mal Rey; no era, pues, de esperar que le permitiesen
seguir gobernando , después de haber resultado un
Rey mucho peor de lo que ninguna persona discreta
pod1·ía imaginar.
Por otra parte, no poco de los partidarios de Gui-
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lermo eran celosos toríes que, hasta época muy re·
ciente, habían sostenido, de la manera más absoluta,
la doctrina contraria á la resistencia, mas cuya fe en
aquella doctrina había cedido por un momento ante