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LORD MACAULAY.

recomendados las condiciones exigidas por la ley, y

que en tales ocasiones el Gobierno siempre había

aprobado la conducta de la Universidad. Pero Jef–

freys se negó á prestar oídos á la razón. Pronto advir–

tió que el Vicecal!lciller era débil, ignorante y tímido ,

y así dió rienda suelta á aquella insolencia que du-

-

· rante mucho tiempo fuera el terror de Old Bailey . El

infortunado doctor, que no estaba acosturpbrado

:i

verse en presencia de tales personajes, y menos á ta–

les tratamiento8, se encontró pronto azorado y lleno

de terror. Cuando otros profesores más aptos para

defender su causa intentaban hablar, Jeffreys les im–

puso sil encio brutalmente.

"Vosotros no ºsois viceéan ·

cilleres. Cuando lo seá·is podréis ltol;la?·; llasta entonces lo

mejoi· que pod1'éis ltliéei· es callai·os.»

Los acusados salie–

ron del tribunal sin log-rar hacerse oír. Llamóseles de

nuevo al poco tiempo, y se les hizo saber que los co–

misarios hablan resuelto destituir. á Peche! del cargo

de vicecanciller y suspenderle de todos los emolu–

mentos ( que, en su calidad de maestro de un colegio,

tenia derecho, los cuales eran ue idéntica naturaleza

que la propiedad particular .

«En cuanto á ·vo. ot1·os,

dijo

Jeffreys dirigiéndose á los delegados,

casi todos sois

teólogos; os envüwé,

JJue~·.

á vue8tras casas con un texto de la

Sagi·ada Bsci·it1wa: «Seg1dd vuestro camino

y

no pequéis

más; si no, algo peor tyodrá sucederos"

(l ).

(1) Véa e el proceso de la UuiversiuaJ de Ca:nbridge en la

Cotección de causus de Estado.