REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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gran · talento ni energía, pero iba acompañado de
ocho profesores distinguidos, elegidos por el Senado.
Entre éstos figuraba Isaac Newton, perteneciénte á
Trinity College
y
profesor de matemáticas. Estaba
entonces su genio en la plenitud de su vigor. La gran
obra que le valió el puesto más eminente entre los geó–
metras y matemáticos de todas las edades
y
naciones
se imprimía con autorización de la Sociedad Real y
casi estaba pronta para la publicación. Era firme par–
tidario de la libertad civil y de la religión protestante,
pero sus hábi tos en modo alguno le hacían apto para
las luchas de la vida activa. Permaneció, pu es, guar_
dando modesto silencio en tre los delegados, y dejó á
hombres más versados en los arnntos prácticos la ta–
rea de defender la causa de su amada Universidad.
Nun ca se había tenido que fallar en una cuestión
más clara. La ley era terminante,
y
Ja práctica, casi
sin excepción, había estado conforme con Ja ley. Po–
día tal vaz haber sucedido que en un día de _gran so–
lemnidad, cuando se conferían multitud de grados
honorarios, pasase .alguna persona eutre Ja multitud
sin prestar los juramentos. Pero tal irregularidad,
efecto sólo de la prisa ó de i.nadvertencia, no podía
citarse corno un preceden te. Embajadores extraordi–
narios de distintas religiones,
y
especialmente uno de
ellos, que era musulmán, habían sido admitidos sin
jurar. Pero
á
nadia se le ocurría comprender tales ca–
sos dent1·0 <ie lo prescrito
y
_del e piritu de las leyes del
Parlamento.
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i aun podía citarse nín guna persona á
quien, exigiéndole los juramentos y negándose
á
prestarlos, se le bubieseb conferido Jos g rados uni–
versitarios, y tal era precisamente la situación de
Francis. Los delegados se comprometían además
á.
probar que, durante el reinado anterior, algunas Rea–
les órdenes no hablan tenido efecto por no reunir los
TOMO IV .
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