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REYOLUCION DE INGLATERRA.
29:7
El ejemplo de Oornbury fué pronto seguido por una
multitud de desertores que le eran superiores en
rango y talento, pero durante algunos días se vió
solo en su vergüenza y fué duramente censurado por
muchos que después imitaron su conducta y envi–
diaron su poco honrosa iniciativa. Entre éstos se con–
.taba su propio padre. La primera manifestación del
furor y sentimiento de Olarendon
fué
altamente pa–
tética.
,
..
¡Olt, Dios/
exclamó;
que· un ltijo mío
haya
lle–
gado
á
la nbeli6nl>i
Quince días después sus ideas ha–
bían cambiado de tal modo que también él se hizo
rebelde. Sería injusto, sin embarg·o, declararle por
esto hipócrita refinado. En tiempos de revolución se
vive muy de pri a; en algunas horas se adquiere la
experiencia de años enteros, interrúmpense violen–
tamente antiguos hábitos de pensamiento
y
acci61i,
y en pocos días. novedades que
á
primera vista ins–
piraban horror y disgusto, se hacen familiares, tole-
1·ables y seductoras. Muchos hombres de virtud más
pura y más elevado espíritu que Olarendon se dis–
pusieron á poner por obra, antes del fin de aquel año
memorable, lo que al
prin~ipio
habrían calificado de
maldad é infamia.
El infeliz padre trató de serenarse lo mejor que pudo
y
envió
á
pedir al Rey una audiencia particular, que
le
fué
concedida. Jacobo dijo, con amabilidad en él
poco frecuente, que compadecía con todo su corazón
á
la familia de Oornbury, y que en modo alguno la
haría responsable del crimen de su indigno pariente.
Olarendon se retiró
á
~u
casa, sin atreverse apenas
á
mirar al rustro
á
sus amigos; pero pronto supo con
sorpresa que el acto que había deshonrado para siem–
pre
á
su familia, según él imaginaba al principio, era
aplaudido por alg·unas personas de elevadísima posi–
ción. Su sobrina, la Princesa de Dinamarca, le pre-