REVOLUCIÓN DE l GLATERRA .
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<l oro able altivez,
nunca lte jugado ninguna ma a pasada
á
V. M.
ni
á
ningmia otra persona. Q11ienq1de1'a que sea el
que me 11a acusado
de
juga1· malas pasadas
á
V. M., es un
emh11ste1·0. »
Posteriormente Lovelace había sido admi –
t ido
á
la confianza de los qu
proyectaban Ja revolu ·
ción
(1).
u casa solariega, edificada por sus antepa-
ados con los despojos de los galeones españoles de
Indias, se levantaba sobre las ruinas de un templ o
de la Virgen, en aquel hermoso vall
que riega el
1'ámesis, cuya aguas , que aun no enturbia la g ran
capital, ni e bi.n sometidas al flujo y r flujo del mar,
de lízanso por ntre bosques de hayas eu torno de la
lJollas colinas del Derl hiro. Bajo el salón de ceremo–
nia, que adornaba11 pinturas italianas, habla una bó–
veda ubt rrún
u.
donde alguna veces se habían en–
conirndo o. amen tas do lo antiguos monjes. En esta
o cura cámara algunos cntusia tas
y
atrevidos con–
t rário del
obierno habían celebrado frecuentes re–
union s
á
m dia noche, dut·ante aquella 6poca de an-
i dad n que Inglaterra o. peraba con impaciencia
1
vi nto prot
tante (2).
Mu al fin
ra 11 gada la · poca de obrar. Lovelace.
s guido d otro
otonta compañ ros bi n montado
. ' armado , alió do su casa y
dirigió al
este.
o
l
fu
diü il 11 gar al
louce ter hire; poro Beaufort.
que crobornaba aquel ondado, hacia valer u g ran
auto ridad
influencia
n defensa de la orona. La
mili ia había
ido puesta obre las armas.· Había e
apo tado un grne o de tacamento n
irenceater,
y
unndo Lo
lace llegó alli e nteró de que no le de–
jnr!an pasar . Éral pre i o
6
abandonar la empresa
6
abrir e amino on la fuerza. Re olvió forzar el pa o.
(l) John lona. feb. 21,
1
;
Citters en igual fecha.
(2) Ly
on .
•
uagna Britann ia, BerJ.- hire.