REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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ia
mañana siguiente se despejó el cielo, calmó el
viento, y el mar en la bahla estaba unido y tranquilo
como un espejo. Alguno pescadores indicaron un
sitio donde los barcos podían acercarse
á
sesenta pies
de la orilla. Hizose asl , y
á
las tres horas muchos cen–
tenares de caballos.habían llegado nadando
á
la orilla.
Apenas había terminado el desembarco cuando se
levantó el viento de nuevo, convirtiéndose muy
pronto en un fuerte temporal del Oeste. El enemigo
que venía
á
darles alcance por el Canal de la Mancha,
había tenido que detenerse,
á
efecto del mismo cambio
de tiempo, que permitió
á
Guillermo desembarcar.
Por espacio de dos días la escuadra Real permaneció
luchando con un mar tempe tuoso
á
la vista de Bea–
chy Head. Por fin Dartmouth pudo, reinando en la
mar complot.a calma, seguir adelante. Pasó la isla de
Wight, y uno de sus bajeles llegó
á
la vista de los
-vijías de la escuadra holandesa surta en Torbay. Mas
precisamente en aquel momento, combatida la nave
por la tempestad, tuvo que refugiarse en el puerto
-O.e Portsmouth (1 ). En esta ocasión Jacobo, que no
carecía de competencia para juzgar con acierto en
una cuestión de marina, declaró estar completamente
convencido de que su Almirante babia hecho cuanto
humanamente se podia hacer, cediendo tan sólo al
irresistible embate de los vientos y de las olas. Pos–
teriormente el infortunado Principe empezó
á
sospe–
char, sin fundamento, que Dartmouth le habla hecho
traición, ó al menos se mostrara muy neg·ligente (2).
(l) Buruet ,
1,
1 9;
Papeles de Legge.
('2)
En
9
de noviembre do
1688
escrib[a Jecobo
á
Dartmouth
lo siguiente: •Nadie liubiera podido hacer más de lo que vos
hicisteis. Estoy seguro que todos los marinos entendidos serán
de la misma opinión.• - Pero véase Clarke,
Vida de Jacobo II,
towo
II,
201,
Mem. orig .
'