REVOLUCION DE INGLATERRA.
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su deber comunicarse mútuamente sus dudas ,
y
en–
terarse en lo pos'ible de la opiÜióu que ¡:,revaleciese
entre
l os
individuos de la cla e, cuyos jefes eran
ellos, antes de dar ningún paso. Los individuos del
clero se bailaban esparcidos por todo el reino. Algu–
nos e taban separados por más de una semana entera
ele viaje. Jacobo sólo les concedió quince días para
concertarse, reunirse, deliberar y decidir;
y
segura–
mente no
ter.laderecho
á
considerarse agraviado,
porque aquellos quince días se acercaseu
á
su término
antes de
conoce~
su decisión .
1
i es tampoco cierto que
no le dejasen tiempo suficiente para rerncar el decre–
to,
á
haber él ten ido discreción ba tan te para hacerlo.
Hubiera podido reun ir el Consejo el sábado por la ma–
ñana, y antes de la noche podría ya saberse en todo
Londres y en los arrabales que había cedido
á
las sú .
plicas de lps Padres de la Ig lesia . Pero pa ó el sábado
in una sola mu estra de clemencia po·r parte del Go–
bierno,
y
ll egó aquel domingo que había de ser tan
memorabl e.
XL.
NlÉGASE EL CLERO DE LONDRES
Á
OBEDECER LA ORDEN
DEL REY.
En la ciudad
y
arrabales de Londres se contaban
próximamente cien iglesias p::trroq ui ale . Solamente
en cuatro se cumplió elReal decreto. En 8::i.n Gregario
fu é
l eíd~L
la Declaración po r un ministro llamado Mar–
tín. No bien pronunció las primeras palabras, cuando
levantándose. todos los fieles, abandonaron el templo.
En San Mateo, en F riday 8treet, un miserable llamado