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LORD MACAULAY.
tido que los sacerdotes católicos, cuyas vidas le era
dado
sal~
1
ar
sin infringir ning·una ley, fuesen ahorca–
dos, ahogados
y
descuartizados, nada más que por
cumplir lo que él mismo consideraba como su primer
deber, se hubiera atraído el odio y el desprecio aun
de aquellos á cuyas preocupaciones babia hecho tau
vergonzosa concesión; mientras que si por el contra–
rio se contentaba con conceder á los mie_mbros de su
propia Iglesia práctica tolerancia por el amplio ejer–
cicio de su indiscutible prerro·gativa, la posteridad le
aplaudirla unánimemente.
Los diputados, probablemente, cayeron en la cuen–
ta
de que lo que habían hecho era absurdo, y se in–
quietaron en extremo al saber que el Rey, á quien
miraban con supersticiosa reverencia, estaba muy
irritado. Se apresuraron , por tanto, á reparar su falta,
y la Cámara unánimemente rechazó en sesión la de–
cisión que unánimemente hablan adoptado al consti–
tuirse en
comité,
aprobando una proposición en la que
manifestaban su completa confianza en la promesa
de S. M., de proteger aquell a relig ión que les era más
cara que la misma vida (1).
XXXIII.
VOTACIÓ " DE NUEVOS IMPUESTOS.
Tres dias después informaba el
R.eyá Ja Cámara
de que su hermano había dejado
algunas deudas, y
que los recursos de la armada y del ejército esta-
(1)
Commo>is' Jou,.nal•,
mayo
2'1, IG85.