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LORD MACAULAY.
ejemplo habían atentado contra su honor y su vida.
Eran éstos Jos testigos falsos de la conjuración; y bien
puede disculparse el aborrec imiento que les tenía, .
pues aun hoy, después de tanto tiempo, la sola men–
ción de sus nombres excita el disgusto y el horror
de todas las sectas y partidos.
Algunos de estos infelices estaban ya fuera del al–
cance de la justicia humana. Bedlow había muerto,
empederni do en el crimen, sin dar muestras de arre–
pentimiento ni de verg üenza (l ). Dugdal e le había
seguido
á
la tumba, extraviada la razón, seg ún de–
cían, por Jos tormer:to de una
concien~ia
intranqui–
la, implorando con tristes g·emidos de los que rodea–
ban su lecho que apartasen de su vista la
ven g~ttiva
sombra de lord Stafford (2). Carstairs también había
muerto en medio del horror y de la desesperación , y
al exhalar el último alien to , dijo
á
sus criados que le
arroj asen en un lodazal como
á
un perro, pues no era
dig no
uo
dormir el último ueño en sepultura cristia–
na (3). Pero aun vivían Oates y Dangerfield para sa–
tisfacer Ja veng anza del severo Pl'Íncipe
á
quien ha–
blan ofendido.
(1 )
A {aith{ul accoun1 o{ lhe
'icknsu, Dsath and B ur ial o( Cap
-
lain B edlow.
l&!O.
IVat·t'ntive o{ lord
Chie{
Jiutics North .
(2) Smitll'S,
Int»it1ue1 o( the Pop i1!1
Plot,
1685 .
(8) Burnet,
1,
499.