REVOLUCIÓ
DE INGLATERRA.
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condados fo rmaban el lord Lieutenant
y
sus adheren·–
tes un comité poderoso, vigilante
y
activo para con–
quistar
ó
intimidar
á
los partidarios de la libertad. Al
mismo tiempo, desue millares de púlpitos se amones–
taba solemnemente al pueblo
á
que votase en contra
del candidato
11Jigh,
pues de su conducta, en esta parte,
habían de dar cuenta
á
Aquel que cousagró el respeto
al poder constitillclo, condenando la rebelión como pe–
cado no menos nefando que la hechicería. ro se con–
tentaba el partido vencedor con usar discretamente
de todas estas ventajas, sino que abusaba de ellas de
un modo tan vergonzoso, que muchos hombres gra–
ves
y
discretos que habían acudido al sostenimiento
de la monarquía.cuando el peligro arreciaba,
y
que
en manera alguna eran partidarios de Ja república ni
del cisma, estaban asombrados, viendo en tan desdi–
chado pr incipio el anuncio
y
la aproximación de in–
felices días (1).
Los
wltigs,
entretanto,
á
pesar de sufrir el justo cas–
tigo de sus errores
y
de verse por todas partes venci–
dos, desalentados
y
sin orden, no quisieron rendirse
sin probar antes sus fuerzas, ni entregarse sin pe–
lear. Eran aún bastante numerosos entre los indus–
triales
y
artesanos de las ciudades,
y
entre el paisa–
naj e
y
la gente acomodada del campo,
y
aun en algu-
(1 ) F ácil sería llenar u n tomo con lo qu
1
los historiadores
whig•
y los libelistas b::.n escrito sobre este punto particular.
Sólo citaré u n t estimonio, que tiene doble
importanci~
por ser de
un partidario de In Ig lesia anglicana per teneciente al partido
tory.
•Las elecciones, dice Evelyn, se llevaron
á
cabo, según opinión
general, de una manera indecorosa en la mayor parte de los dis–
tritos. ¡Haga Dios que las consec uencias
110
sean tan terr ibles
como algunos creen!• (lO de mayo. 1685). Algunos días desp1 és
escr ibia: •La verdad es que había mucho<; miembros del nuevo
Parlamento, cuya elección y vuelta á la Cámara eran universal–
mente condenadas. » (22 de mayo.)