REVOLUCIÓN DE l 'GLATERRA.
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siendo después del sermón festejados por el Mayor (1 ).
En Nortbumberland, el triunfo de sir Juan Fenwick,
cortesano cuyo nombre obtuvo, andando el tiempo,
triste celebridad, fué acompañado de circunstancias
tales que excitaron interés aun en Londres,
y
que no.
parecieron indignas de mención en los despachos de
los Ministros extranjeros. En Newcastle se encendie–
ron grandes hogueras de carbón , y mientras las Gam–
panas tocaban alegremente, una copia del bill de ex–
clusión y una caja negra parecida
a
la que, según la
tradición popular, contenía el contrato de matrimonio
de arios II con Lucía Walters, se quemaban públi–
camente en medio de las más entusiastas aclama–
ciones (2).
El resultado general ele las elecciones fué, pues.
superior
á
cuanto el más entusiasta cortesano pudi ra
de ear, y Jacobo vió con delicia que no tenía que
gast&r un maravedí en comprar votos, pues que, se ·
gún él decla,
á
excepción de -q.nos cuaren ta miem–
bros, componíase la
ámara de los Comunes de los
mismos que
l hubiera nombrado (3) . De la importan–
cia d
este triunfo puede juzgar e atendí ndo
á
que
la ley le autorizaba
á
gobernar con la mi mas Cá–
maras hasta el fin de su reinado.
Seg·ul'o ya de la ayuda del Parlámento, pudo entre–
garse con tranquilidad al placer de la venganza.
'o
era de natural genero o, y mientras fuera súbdito ha–
bía recibido indignas ofensas que
h~uían
disculpable,
aun en ánimo más generoso, el vivo resentimiento
que esp ra con ansia ocasión de venganza. Algunos
hombres particularmente, con baj eza
y
crueldad
in
(1)
7'/I•
Ob•••·uator
de~
de abril, 16o5.
(2)
Ds1pacl101 de lo• •mbajadorss /IOlattdesss,
abril l <. (20), 1605.
(9) Burnet,
1,
6l6.