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la magnitud y solidez propias de la fortaleza de la corte, la
cabeza del Imperio y la ciudad
sagrada, es Saxáhuaman,
aunque sólo se conserven en bastante buen estado los muros
que por quedar más alejados de la población española sufrie–
ron menor injuria, los que, además por razones estratégi–
cas, tenían más interés para los castellanos y fueron hechos
por los IncaR con rocas de tales dimensiones que
imponían
respeto a los iconoclastas destructores; pero aquí como en
las más humildes fortalezas hay varias cercas muradas con–
céntricas, con sus puertas y repechos, siendo una caracterís–
tica de
las de construcción más esmerada, los muros sa–
lientes y reentrantes, en ángulos bien estudiados para la
eficacia de la defensa y el ataque ; una transformación de
este tipo elaborado, adaptándolo a las condiciones del terre–
no, son aquellas que ocupan una nariz o espolón, como la
construida por orden de Tupac-Yupanqui o Huayna-Cápac,
para defender Quito de los ataques de Nazacota.Puento (1).
Si estas obras defensivas son muy diversas del Inca-pirca,
no lo son menos las villas fuertes, edificadas en fronteras
que era preciso defender, tales como Ollantaytambo o Ma–
chu-Picchu. Bien conocido es también el tipo de los tam–
bos fortificados, de los que es un ejemplo clásico Inca-llacta·
tan bien descrito por Nordenskiold (2).
Tampoco se parece el plano del Inca-pirca al de los cuar–
teles palacios de Jos
Suyos,
o de las residencias de Jos
Toco–
ricos
(3): y ·menos todavía al de Jos tambos, aun los más
suntuoso~.
(4)
González Suárez, en 1878, sin mucha firmeza, con que
ya abrigara dudas acerca de la validez de
lo que sobre el
destino del monumento habían opinado
los que le precedie–
ron en
de~cribirlo,
dice, que «el sitio escojido para construir))
el Inc'l·pirca. «parece buscado de propósito por
los Incas
para hacer de él lugar de recreo y fortaleza militar, (5);
pero ya en 1892, defiende con decisión la hipótesis, que sos·
tendrá después hasta en sus últimos escritos; para él no hay
tos pucarlís Fton mn,v
numerosos en el P erú,
pero de ordinario no han
sido
dc~cri to~
pnr vhtjerofl ar')neólogos
u.Usorvidos
por ol
estudio
dó
ruiuas ml'Ls
impnrltllltt'~.
(1)
LAIOti-:A, C.
y
JIJON
Y
CAAMAKO,
J.
Un cementerio
in–
c:hico en Quito
y
uota:ot acerca de los
lncuJ
~n
el Ecuador.
Edicióu se·
pal'BdK
de
la Revista d" la Sooiudad
Juridico ..
Literaria.. Quito
19 18,
Lilm. XLIV.
(2) NO RDI•:NSKioLD,
gr}and.
Forsingar ocb Avontur
y
Syda.
mcrika.
~t•·l·khulr/1 1~ 1 5.
v:Lg.
136.
(3) UHLB
Tomobamba. Quito 1923.
Planos de Tambo Ulnn·
co,
y
dtd
Pa htcio dt:' Huayua-Cápac.
(4)
UHLE. Op. c:it.
Planos de las ruinas de Viuo yacu Duma–
para
~u lup.,Ji.
JIMEN!-:Z DE LA ESPADA. Op, Cit.
(51
GONZALEZ
:SUARBZ.
Estudio histórico
sobre los Caflnris.
Quito 1878
1
pág. 46,