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la pared curvilínea de Coricancha, en igual sentido puede

aducirse el Inti-huatana de Pízac, en el cual un muro elíptico

encierra la roca sagrada y soporta pequeñas construcciones;

de este ejemplo hay que tener presente para la dilucidación

del problema que nos interesa, el hecho de que en este mo–

numento se asocien la base elíptica con la piedra labrada pa–

ra ohservaciones solares, o ritos del culto de los muertos y

con una puerta situada en el borde del muro.

Otra construcción de paredes curvas es el Pucará

ue

Tambo-machai, pues no sabríamos decir si es una fortaleza,

lo que nada tendrían de extraño, pues los Incas, amenudo,

construyeron campos atrincherados, cavando dos o más cer–

cos paralelos en la cumbre de un monte y formando detrás

de cada foso un parapeto, o un edificio semejante al de

Pízac.

Mas a lo que nosotros sepamos, de todas las construccio–

nes incaicas curvilíneas, la única, por sus dimensiones, com–

parable a la de Coricancha es el Inca-pirca de Cañar. Estas

ruinas, sin duda las más grandiosas que quedan en el Ecua–

dor de la época incaica, fueron ya descritas en el siglo XVIII,

siendo uno de los primeros edificios incaicos, de los que se

publicaron planos, vistas y descripciones científicas, sin que

desgraciadamente, ésto haya servido para preservarla de los

agravios del tiempo y de los hombres, o para incitar a estu–

diarlas de un modo metódico, practicando excavaciones sis–

temáticas.

Tres planos conocemos de este edificio: el de La Conda–

mine de 1739 (Lám. IV): el de Jorge.Juan y Antonio Ulloa,

publicado en (1748 Lám. V); el del Sargento Damerval, he–

cho en 1904 (Lám. VI); los tres discrepan entre si, siendo los

que más se asemejan el primero y el último ; es éste el de ma–

yar importancia científica, pues permite apreciar el grado de

exactitud de los anteriores; debe ésto, no obstante, tenerse

presente los más antiguos, pues en el transcurso de siglo y

medio partes del monumento han desaparecido.

Además se han publicado repetidas veces vistas de dichas

ruinas, ya fotográficas, como las de Rivet y Verneau (1) , ya

basadas en pinturas o dibujos, cual las de González Suárez[2]

y de Humbolt [3]; para mencionar sólo las más importantea;

inútil seria enumerarlas todas,

como ocioso recordar los in–

numerables libros en que se encuentra citado el Inca-pirca.

Está situada esta célebre construcción en las versantes

meridionales del Nudo del Azuay, a 3163 metros sobre el r.i-

(1)

Rivet el VePneau.

Etuograpbio arcieune de 1' Equateur. París

1912, Lárn. 1

(2)

González

Suárez.

Prehistoria ecuatoriana. Quito 19o4, Lám

II.

(3)

.7(umbolt.

Vues des oordilleres, et moouweuts des peuples irdi–

genes de 1' Ameriqu•.

Paria 1810, Láw. 17.