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importancia» afirma que t:ll «ensayo tuvo que quedar incom–

pleto». Lehrnann- Nitsche viEitó el Cuzco y entonces observó

que

~es

imposible formarse una idea. . . . . . clara del plano

original. Lo que se ha conservado, quiere decir, Jo que in–

tencionalmente fue conservado, son Jos fundamentos cicló–

peos de traquita que se levantan unos cuantos metros sobre

el nivel del suelo. . . . . . no había motivo alguno para remo–

ver los fundamentos de piedra, puesto que podían ser apro–

vechados para otros fines.

Sin embargo, el levantamiento de Jos antiguos funda·

mentos tampoco es satisfactorio, ni siquiera fue hecho por

un arquitecto arqueológicamente preparado. Hasta que ésto

se haga no quedará más que e1 plano de Squier y las infor–

maciones de Jos antiguos

cronistas~

(páginas 22-24).

Nosotros, también visitarnos el Cuzco en

1928

y nos con–

vencimos, corno Lehrnann- Nitsche, de que es imposible en

el estado actual del monumento formarse una idea clara del

plano de Coricancha; no se conservan sino unos cuantos mu–

ros de piedra, que no sabernos por qué el autor citado llama

fundamentos; algunos de los que permanecen en pie est3rán

profundamente modificados; otros es probable que estén cu–

biertos por paredes más modernas; mientras de alg-unos úni–

camente quedarán los

cimiento~.

Sólo extensas y costosísi–

mas excavaciones, podrían revelar la traza primitiva del edi–

ficio, pero tal trabajo es casi imposible, pues en el área ocu–

pada por el antiguo Coricancha se yergue hoy uno de Jos mo–

numentos de mayor valía que hay en el Cuzco, no sólo

por su mérito artistico,

sino por su significado histórico;

el arqueólogo

se verla, pues.

obligado a proceder con

cautela

suma,

para no a 1ter a r las construcciones co–

loniales. Sospechamos, por ende, que pasarán muchos lus–

tros antes de que se emprenda en semejante labor, ya que

al american ista en el Cuzco se ofrecen innumerables temas

de investigación, más fáciles y seductores, ya por que pue–

de proceder con la mayor libert2d por no existir construccio–

nes vecinas, que es preciso respetar, corno en Saxahuamán o

Ollantaytambo, o por ser las que hay en contorno, de ningún

mérito artístico, como en Hatunrrumiyoc; campos cualquiera

de éstos en que se pueden esperar fundadamente más prove–

chosos resultados e invertir C(ln fruto años de tesonera labor

y no pequeños caudales.

La reconstrucción hipotética del plano de Coricancha,

basada en los informes de Jos antiguos cronistas, sería mu–

cho más segura si conociésemos algún otro templo del Sol

edificado por Jos Incas, en buen estado de conservación, en

el que se advirtieran Jos mismos caracteres que Jos que se

notan en los restos que quedan del Cuzco.

Alienta a emprender en la búsqueda de estas semejan-