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q6 -

invasión de gigantes. Un día, contaban los Manta, desembarcaron en la

punta de Sanla Elena. Habían venido en

barcas o balsas

muy

grande.< he–

chas de cwias

y

madera .<eca (49,

IV , 566),

provistas de velas latinas trian–

gu lares. Eran lan grandes, .que los indios les llegaban a la rodilla y sus ojos

eran dellamaiío de un plato. Algunos estaban desnudos, otros vestidos con

pieles de animales ; no les acompaiíaba mujer alguna. Se alimentaban ,

sobre iodo, de peces que aprisionaban con redes u otras trampas; buscaban

preferentemente las especies grandes y los tiburones, porque tenían un apc-

1

ilo formidable

y

cada uno eleellos comía más que treinta o cincuenta indios.

Constru yeron un pueblo en el mismo lugar en que desembarcaron

y,

para

procurarse agua, cavaron pows profundos con paredes de piedra. Bien

pronto fu eron temidos por las poblaciones vecinas, en donde robaban las

muje.-es para malarias luego queriéndolas ''iolar. No pudiendo satisfacer

sus .necesidades sexuales, poco tardaron en enirrgarsc a la sodomin. Estos

desórdenes duraron hasla el día en que, en medio de una de estas Gestas

contra nalura , apareció un genio

exterminador (los

cronistas

dicen

un an–

gel) que los mató de una gran cuchillada

(23,

{

1

o5;

123,

{¡6G ;

f!!t,

JI,

{¡"

déc., lib.

2,

{¡{¡-{¡5; '/,

J,

8g-go ;

!t5,

3J3-3I{¡;

85,

54;

88,

26-26 ;

MJ,

IV ,

566 5¡3) (')

Según Montesinos, que hace remontar la invasión al reino deAyar Tacco

CapaG, los gigmües habrían ocupado también las planicies del bajo Perú,

.Y

penetrado aun en la sierra hasla ll nailara, Quinoa

y

Cajamarca

(85,

!>3-55).

De Lodos los antiguos relatos, el mús explicito ¡·especlo al origen de las

invasiones es el que nos ha dejado GntiéiTe7. de San la Clara:

Dieron cuenta estos gigantes

ú

los naturales dcsla tierra dC' como auian salido

de

Ynas

)'Sias

tierras

rnuy grandes que cstan en la mar austral hnzia,

d

ponicn-

1!;\

;- que fueron

hcchaclos drilas por vn grnn scfior

JO

dio que alli auia , que eran

tarnaíios

y

lan

grandes de

cuerpo como ellos. Y dcmas dcslo:que

nuinn

nnuegado

por la mar muchos dias a remo )' n'la. )' que cirl'la borrasca )'

lormrnla

los auia

h<'chado en aquell:ls partes, sin saber adonde

~·unn :

sino que fortuna los llcuasse

a do quisicssc,

~-

que mas qucrian estar subjectos en tierras agcnas, que libres

Nl

lns suyns con continuns guerras como alla auian tenido,

y

assi dixrron olras

cosas. Las armas con

qu<'

estos talrs prleauan ernn pirdras

mu)'

grandes, que

.arrojauan con las manos. que dr cada pedrada ·malauan

n"'l

yndio si le accrta–

uan.

con palos nodosos

porras, que C'ilos hizieron d<'spues qur llcgnron a la

li<'lTn. porque ellos no truxeron ningunas armas: porque los sus cnC'm igos sr las

CJ

Ycla~co

cita también, cnlr('

lo!< antiguoo;

historiadore~

que han hablado de esta Lr;:a–

dirión (\(' los

gigante~,

a \l;:arco de \'iza

J

a Mclchor Br::t\'0 de Saravia, cuyas ohras se han

perdido dcsgraciadam<'nle

(11 9,

T, J58J. g¡ padre Simón

( 111 ,

111 . 3GG) ha recogido

una tradición par<'tida. r<'laliva a gigantes sodomitas dcslruídos por el fuego celeste, en

Ja

provinc-ia

d('\

Dari<'n, prro l'in decir su origen.