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de subsistencias. Pero tratándose de los es–

pañoles, sus medidas eran inexorables:

d~s­

trucción y muerte. Lógicamente, éstos con–

sideraban presa d·e mucho valor a Barto–

lina, y llegaron a capturarla el 2 de julio

de 1781. Y tras procesarla sumariamente,

hiciéronla ahorcar.

SOLA , GASPAR

L egó su recuerdo a la posteridad como el

de un hombre emprendedor y práctico. Fué

él quien inició la organización d·e una so-

ciedad para establecer el alumbrado a gas,

en 1871. Posteriormente, y también a ini–

ciativa suya, se hizo la primera carretera

de La Paz al lago Titicaca, con su respec–

tivo servicio de diligencias ( 1875).

SOTA PARADA , JUANA

(1762. 1817)

Ü

tra de las damas de J ulio de 1809. Ella

y su esposo hicieron profesión de fe revo-

lucionaria desde mucho

ant~s, con~irtiendo

su casa en el lugar de cita de los conjurados,

y juntamente con él soportó persecucio-

nes y destierros. . Triunfante Goyeneche,

el esposo de doña Juana fué condenado

a diez años de presidio en las Filipinas. Y

poco después a ella enviáronla confinada

a Caupolicán. Cuando pudo regresar a La

Paz, ' Ricafort, el carnicero pacificador, la

eligió para VÍGtima suya, y faltó un punto

para que la sacrificara. Pero pudo más la

tentación del oro. En 24 horas, reuniría

doña Juana cuarenta mil pesos o. . . Los

reunió, para comprar su vida, y no tardó

en sucumbir.

TAMAYO, ISAA C

(- 1914 )

L a política, las letras y la banca fueron

los centros de acción de este ilustre patri–

cio paceño. Hombre de linaje distinguido,

dotado de un gran talento y d·e una cultura

escogida; rico, por añadidura. Desempeñó

diversos cargos importantes como los de

cancelario de la Universidad y ministro de

Hacienda. No fué más, porque no era hom–

bre roído por las ambiciones. Además, si

bien inalterablemente hidalgo en su trato

con todo el mundo, jamás pudo disimular

su cierto desdén por la sociedad. Por eso

se retiró de ella, para consagrarse a los ne–

gocios bancarios. Y por eso educó a sus

hijos en el seno del hogar, orgullosos como

él. No es mucho lo que Tamayo d·ejó es–

crito. Pero está henchido de sustancia, en

un estilo depurado, enérgico y con una iro-

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