TOVAR, MANUEL JOSÉ
(1831 . 1869)
P oeta romántico a quien cupo actuar en
un período de intenso movimiento literario
en Bolivia. Joven todavía, cuando iba ca–
mino de sus culminaciones espirituales, re–
nunció a la vida. Había nacido en lnqui–
sivi; hizo sus primeros estudios en Oruro
y los universitarios en Chuquisaca. Dejó
muchas producciones, sensiblemente conde–
nadas a la dispersión. Se recuerda su poe·
ma épico
La Creación,
publicado en 1863.
D-escolló también como periodista, habiendo
escrito en
La Verdad
y
El Porvenir.
Se sui–
cidó en Sl,lcre, el21 de septiembre de 1869.
URIARTE, MANUELA
(1770. 1827)
U
na de las abnegadas y valerosas muje·
res de julio de 1809. Contagiada de
las
ideas revolucionarias y, además, pariente
de los actores principales de aquel magno
sacrificio, trabajó intensamente durante los
prólogos y sufrió en exceso durante los epÍ·
logos. En primer lugar, la inmolación de
un hermano de su madre, el protomártir
Juan Bautista ·sagárnaga. Y luego las te–
rribles persecuciones consiguientes al fra·
caso de la revolución. Fué deportada a re–
giones malsanas de Caupolicán, sin permi·
tírsele la vuelta a La Paz. Sus bienes le
fueron arrebatados por el famoso Ricafort.
Pero tuvo la suerte de asistir al nacimiento
d-e la Patria por la que tanto sufriera.
UTURUNCU
U
turuncu fué uno de los grandes señores
caciques de la ciudad aimara de
Chuquia·
pu,
la antecesora de La Paz. Sus dominios
se extendían en la zona situada al sudoeste
de la población, comprendiendo Larka-pa·
ta, y sus bajíos y
al~uras.
Todo lo cual pasó,
después, a manos de los españoles. El noble
señor dejó larga descendencia incorporada
a la civilización occidental. Andrés Uturun–
cu, biznieto o algo así, llegó a ser capellán
de la Catedral en 1661.
VALDEZ, JULIO CÉSAR
(-1918)
Escritor de grandes aptitudes y de varia·
da producción literaria. Cultivó la novela,
la historia, la crítica y la literatura costum–
brista, sin contar su activa participación en
el periodismo, donde hicieron época sus in–
comparables crónicas festivas. Original en
su estilo; delicado en sus ironías; ingenioso
y chispeante en sus sátiras, constituye, a no
dudarlo, una de
la~
figuras más interesan·
tes de las letras bolivianas. He aquí algu·
nas de sus obras:
Mi noviciado, Siluetas
y
croquis, Picadillo, La Chabelita, Biografía
de Nicolás Acosta, Juan Bautista Sagáma–
ga, Crispín Andrade
y
Portugal, Heroínas
Paceñas.
VALDEZ PIZARROSO, ALBERTO
(1899 .
1933)
Durante la guerra con el Paraguay, fué
conocido como el defensor de Agua Rica.
Pues allí se plantó, con su histórico regi–
miento "Ayacucho", y los enemigos no pa·
saron mientras él estuvo en esta vida. La
acción figura entre los hechos gloriosos de
aquella guerra. Pero no paró allí. Saliendo
de sus posiciones, el "Ayacucho" embistió
a las tropas adversarias llevándolas por de–
lante. Entonces vino la batalla de Nanawa.
El regimiento, designado unidad explora–
dora cumplió su misión. En la madrugada
del
2o
de enero de 1933, desalojó al ene-
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