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su cultura le permitió hacer las más sor–

prendentes especulaciones, a ratos dejándo–

se arrastrar por la fantasía, para llegar

a

conclusiones demasiado originales pero no

despojadas de lógica. Sus inquietudes le

llevaron a rodar por todo el mundo y pasar

las peripecias más asombrosas. Un día, di–

rector de un periódico editado en cuatro

idiomas, en California; otro, barredor de

calles en México. Unas veces, en Europa,

otras en Australia; propietario de minas,

aquí; jornal-ero, allá. También actuó algo

en la política, que él odiaba, llegando a

presidir el Congreso de

1857.

Pero lo que

interesa es la formidable labor de su men–

talidad, cuyo producto fué una obra mo–

numental en

20

tomos, de la cual, sensible–

mente, no nos ha llegado sino un fragmen–

to:

La lengua de Adán.

Lo demás, parece

desaparecido para siempre, pues estando

Villamil de Rada en Janeiro, cuando ejercía

funciones de Comisario demarcador de

lí–

mites con el Brasil, antes de arrojarse al

mar en ímpetu suicida, entregó sus manus–

critos a un amigo suyo, y no se supo nada

más de ellos. Nació en Sorata, el

3

de ma–

yo de

1804.

VILLAMIL, PEDRO

(1818- 1901)

Un militar que intervino en tres campa–

ñas notables: la de la Confederación, la d·e

Ingavi y la del Pacífico. Sus padres ha–

bíanse propuesto dedicarlo al estudio de

las leyes; pero él eligió la carrera de las

armas, marchándose con las tropas del ma–

riscal Santa Cruz. Obtuvo sus grados a tra–

vés de su valiente actuación en varias

batallas de la primera de las citadas campa–

ñas. Capitán ya, como era hombre de cul–

tura escogida, pues su educación la recibió

en Europa, Santa Cruz lo designó adjunto

militar ante el gobierno francés. Más tarde,

su participación en Ingavi proporciona–

dale un nuevo ascenso. Cuando se desató

la guerra del Pacífico, Villamil era ya ge–

neral de brigada y marchó en defensa del

Litoral como jefe de división. Y Pisagua

fué el teatro de su hazaña y el comienzo

de su inmortalidad. Con

990

hombres re–

sistió a la escuadra chilena, evitando su

desembarco durante todo un día. No impor–

taba el espantoso bombardeo ni el incendio

de los grand·es depósitos de salitre, cuyo

humo ·era asfixiante; los dos batallones de

Villamil, con el agua al pecho, seguían

impidiendo el desembarco del enemigo.

¡Pero eran

990

contra

10.000

.hombres!

Hubo que ceder... El general Villamil

constituye, pues una figura preclara de la

historia boliviana.

VILLALOBOS, ROSENDO

(1859 - 1940)

Altísimo, poeta lírico y uno de los buenos

críticos literarios de Bolivia. Fué el intro–

ductor del modernismo francés en la poesía

boliviana y tradujo a José María de Here-

día, Sully Prudhomme y otros poetas de

aquel período. Elevado en sus inspiracio–

nes; de gusto exquisito en sus formas de

expresión

y

de una cultura superior, ver-

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