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crito y su actitud, como Ia de sus compañe–

ros de defensa, le valió una resonante vic–

toria.

IsAAc

SoRIA CAMPERO. - Soria Cam–

pero fué un diputado pintoresco. Verbo–

so, poseído de manía parlera, discurría

sobre todas las ramas del pe:nsamiento.

Creía pos·eer la elegancia de Brummel y la

elocuencia de Castelar y concitaba el en–

tusiasmo de las galerías y los populachos

a los que divirtió con su inagotable torrente

verbal. En sus actuaciones parlamentarias

peroraba poseído de la facundia qu·e, según

Unamuno, es el deseo de parlar sin sustan–

cia y sin descanso.

Actuó en muchas legislaturas y fué en–

comiable su actuación de paceño en el Par–

lamento, cuando, en Sucr·e, discutíase la ley

de radicatoria del Ejecutivo. Pocas veces

como entonces, Soria Campero estuvo en

trances de verdadera lid. con argumentos

interesantes y arrestos viriles.

Cuando la prensa de Sucre le atacaba

por su paceñismo intransigente, respondía

con un desplante muy propio de su tempe–

ramento: "Me encojo de hombros, sacudo

mi J.evita y prosigo mi camino".

Entre sus más notables ocurrencias está

su famoso proyecto de Constitución Políti–

ca del año 1898, creando los "Estados Uni–

dos de Bolivia". Convencido de su valer,

no paraba mientes en la ironía de los pe–

riodistas, como cuando alguno le dijo: "Fe–

licitamos al pueblo de La Paz por los

triunfos que alcanza el joven orador, imi–

tador de Valle y José Rosendo Gutiérrez".

Era popular. Gesticulaba, accionaba y

lanzaba frases desaprensivas para deleite

de la barra y las galerías del Congreso, que

le escuchaban regocijadas. Típico orador de

plazuela: ahí consiguió la notoriedad. Tiene

escrito un libro que es una especie de auto–

biografía. "Historia Parlamentaria de Bo–

livia".

ABEL lTURRALDE ( 1869-1935). Intran–

sigente en su patriotismo y en sus convic–

ciones religiosas y un campeón de la de–

fensa de los intereses nacionales.

Ininterrumpidamente ocupó la banca

parlamentaria d-esde 1897 hasta 1929. Se–

vero impugnador de los gobiernos, le cupo

formar con Salamanca, Ramírez, Ugarte y

otros de esa promoción batalladora, el blo·

que opositor al liberalismo al que combatió

con energía.

Abel Iturralde ha sido .el paceño por an–

tonomasia. La d·efensa de los intereses de

su terruño estuvo por encima de cualquier

otra consideración, aurique su regionalismo

no fué--el- cerrado y destructor que embota

la razón para estrellarse contra los otros

centros de la República, porque su amor

por la patria chica se expandía y abarcaba

la patria grande. En su actuación parla–

mentaria no se advirtió nunca el deseo de

anteponer los intereses de campanario a los

del país. Pero se erguía magnífico cuando

la ofensa o la injusticia pretendían dañar

a su ciudad natal.

Fué grande su amor por el terruño. El

centinela avanzado de la ciudad. Hijo pre·

dilecto y regionalista puro. La Paz y la re–

ligión, los más grandes amores de su vida.

Adquirió gran notoriedad en el Parlamen–

to por su probidad y por el perfecto cono–

cimiento del derecho parlamentario. Tam–

bién por la rigidez de su conducta y la

severidad en condenar las irregularidades.

Sus muchos adversarios se estrellaron con–

tra la invulnerable muralla de su mordaci–

dad cáustica e intransigente. Nunca dejó

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