AStN, JOSÉ MARtA DE
(1774-1827)
Representante nato de La Paz, fué su di–
putado antes de la independencia y al pro–
clamarse ésta: en 1821, ante las Cortes de
España, y en 1825, en la Asamblea Delibe–
rante, correspondiéndole firmB¡r el acta del
6 de agosto. Graduóse doctor en Derecho y
Teología en la universidad de Chuquisaca.
Sin hacer mención de los elevados cargos
que le cupo desempeñar, recordemos que
fué un orador de prestigio, un literato des–
tacado y un gran ·canonista. Dejó varias
obras sobre esta materia, siendo la más im–
portante un
Curso de Derecho Canónico,
en
latín.
ASPIAZU , AGUSTíN
(1827. 1897)
He aquí una de las cumbres intele-:::tua–
les de Bolivia: Sus contemporáneos le lla–
maron un excéntrico y los hombres y las
instituciones de cieneias, un sabio. Espíritu
polifacético: escritor y orador de estilo de-
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purado; historiador preciso y severo; cate–
drático y conductor de la juventud; astró–
nomo consultado por los más renombrados
ci·entíficos de su época; político de una
honradez ejemplar. Hasta la fecha, no se
ha presentado, en el país, el hombre que
pudiera nivelarse a él en cuanto a profun–
didad en el saber y amplitud enciclopédica.
Tampoco los bolivianos hemos sabido va–
lorarle en sus largos alcances, pm·que a
menudo nos deslumbra el brillo de los
hombres de hoy, y nuestra admiración se
concreta a actuar en horizontes demasiado
estrechos. Aspiazu ha escrito alrededor de
cien obras; algunas, de originalidad abso–
luta, dando a conocer procedimientos cien–
tíficos de su personal creación. Sensible–
mente, gran parte quedó y permanece en
originales. Citemos algunas de aquéllas:
Determinación
de
las l<mgitudes terrestres
por ·medio de la cintilación de los astros.
El Calculador Náutico, Sondaje de los Cie–
los, Principales problemas de Astronomía
y
Geografía,
etc. Un estudio más completo
de su personalidad, va ·en el volumen III
de esta obra. Aspiazu nació en Irupana.
BABtA, ÁNGEL C.
(1895. 1934)
F
ué un varón aguerrido y valiente. Pero
la adversidad lo persiguió con saña. Acción
en la que le cupo tomar parte durante la
campaña del Chaco, resultóle d·esgraciada
a despecho de su bravura, que, al final, lle–
gó a la temeridad. Los jefes exigíanle la
victoria, y él la buscó haciendo renuncia
anticipada de su vida; pero la desventura
no se apartaba de él. En Cañada Tarija, las
cosas se sucedieron de este
m~do.
El ene–
migo había abierto unas tenazas que se iban
cerrando sobre el regimi·ento del coronel
Bahía; novecientos hombres, en total, cer–
cados por tres mil. Pero los dos batallones
bolivianos sosteníanse gallardamente. De
súbito el jef·e recibe la noticia de que el ala
derecha ha levantado bandera blanca. Todo
está, pues, perdido. Bahía pregunta si aque-