llo es evidente. Sí, lo era. Y ya no espera
más. Profundamente amargado y enloque–
cido de cólera, matóse de un balazo.
BALLIVIAN Y ROXAS, VICENTE
(1816 - 1891)
B ibliógrafo destaca-dísimo y un notable
investigador de la historia colonial de Bo–
livia. Hizo sus estudios superiores en Eu–
ropa -en la universidad de Londres y en
la Sorbona-, realizando al mismo tiempo,
una intensa propaganda periodística acerca
de su país. A su regreso, en 1838, se unió
al general Ballivián, a quien le acompaña–
ría primero en sus destierros y luego en la
campaña al Perú, después de lngavi. Más
tarde, durante el gobierno· de Helzu, toda la
familia Ballivián se vió obligada a buscar el
exilio. Don Vicente Ballivián y Roxas se re–
fugió en el Perú. Y fué durante esta época
que se consagró a sus trabajos históricos y
literarios. Con el tiempo, organizó una im–
portantísima colección de documentos iné–
ditos, proyectando publicar el
Archivo
Boliviano,
obra que, sin duda, habría con–
tribuído a dilucidar muchos problemas
históricos del Alto Perú, y sacar a luz va–
lores intelectuales ignorados. Infortunada–
mente no alcanzó a editar sino el primer
tomo, que contiene los
Anales de .Ja Villa
Imperial,
de Bartolomé Martínez y Vela, y
el
Diario del sitio de La Paz.
Cuando se
fué definitivamente a París, donde publi–
caría el volumen de referencia, el general
Melgarejo lo designó plenipotenciario en
Francia e Inglaterra, designación que Ba-
llivián no aceptó. No deseaba colaborar con
un hombre que oprimía a su patria. Los
demás trabajos históricos y literarios de
este distinguido escritor andan por ahí:
dispersos.
BALLIVIAN, MANUEL VICENTE
U84a- . . •• )
B
allivián no se parece a nadie. Fué hom–
bre de una fisonomía espiritual inconfun–
dible, única. Y admirable, ni qué decir. El
sabio y el hombre práctico convivían en él
sin diferencias, desmintiendo creencias que
afirman lo contrario. Sus profundos cono–
cimientos en historia y geografía, hicieron
de él un erudito; pero no por la mera po–
sesión de una ciencia adquirida solamente
en las lecturas, pues Ballivián era, además,
investigador y explorador. Durante su larga
permanencia en Europa, es el
Archivo Ge–
neral del Reino,
en Simancas, el que des–
cubrió una de las facetas de su vocación.
Más tarde, vuelto a la patria, las selvas del
noroeste boliviano, que las recorrió pedazo
a pedazo, r·evelaron la otra. En 1889, fun–
dó, juntamente con otros preclaros varones,
la Sociedad Geográfica de La Paz, a la que
sostuvo hasta convertirla en la respetable
institución que es hoy. Pero el reducto desde
el cual luchó incansable por hacer conocer
las glorias, riquezas y bellezas de la Patria,
más allá de sus fronteras, fué la
Oficina de
Estadística
y
Propaganda Geográfica.
Ta–
lento, técnica y tenacidad s·e reunieron allá
para prestigiada, mediante un Boletín que
hQy mismo se consulta. Se sumaron a la
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