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donde se perfila nítida la rica personalidad

de Bedregal. Sutil, finam'ente malicioso y

amante de la gracia criolla, sus cuentos y

sus críticas constituyen una prueba de ta–

lento privilegiado y-de espíritu observador.

Chirveches le ha llamado "Embajador de

nuestra ironía". Pero hay más. Unamuno,

al comentar

La Máscara de Estuco,

un es–

tudio sociológico de Bedregal, ha declara–

do: "Por fin han aprendido a pensar los

americanos". Otra de sus grandes obras es

Figuras Animadas,

colección de cuentos.

Su vastísima producción se halla disemi–

nada en antologías, revistas, folletos y pe–

riódicos del país y el extranjero. Bedr·egal

ha sido catedrático y rector de la universi–

dad de La Paz, presidente y fundador del

P. E. N. Club, de la Academia Boliviana,

correspondiente a la Real Academia Espa–

ñola de la Lengua, Presidente ad-honorem

de la Fundación Universitaria Patiño, del

Círculo de Bellas Artes y de otras institu–

ciones culturales.

BELZU, DE DORADO, MERCEDES

(1834 - 1879)

Hija de un gran caudillo bolivianc, el

general Isidoro Belzu, y de una eximia

escritora, doña Juana Manuela Gorriti, y un

espíritu de capacidad y cultura excepcio–

nales. Cultivó amistad con celebridades

universales como Lamartine. Fué halagada

en las cortes europeas. Y brilló en todas

partes por su talento y su belleza. Sus afi–

ciones poéticas-, porque es como poetisa que

h~

dejado un rastro luminoso, comenzaron

a manifestarse al hacer unas magníficas

traducciones de Victor Hugo, Shakespeare,

Byron, Lamartine y otros ingenios inmor–

tales. Y cuando su propia inspiración halló

cauce, ella cantó en estrofas dulces, perfu–

mad~~

de romanticismo, tristes a ratos,

cuando la vida le mostrábase incompasiva;

pero también supieron encenderse y asumir

tonos iracundos, cuando estaban destinadas

a fustigar a los tiranos. Tales, sus apóstro–

fes a Melgarejo.

BILBAO LA VIEJA, DÁMASO

(1789-1869)

N

o tenía sino veinte años de edad cuan–

do participó en las jornadas revoluciona–

rias de julio de 1809. Lo tomaron preso

después de la derrota de los patriotas en

Chacaltaya, enviándolo desterrado a Cór–

doba. Cuando pasaba por Salta, sobrevino

la revolución en Buenos Aires. Bilbao se

incorporó al ejército argentino. Fué edecán

de Martín Pueyrredón, y participó en va–

rias batallas (Las Piedras, Tucumán, Sal–

ta, Vilcapugio, Ayouma), a las órdenes de

Manuel Belgrano, siendo ascendido a te–

niente

~cororiel.

Vuelto al país, en 1825, e

incorporado al ejército boliviano, más tar–

de pa-rticipó en las campañas de la Confe–

d·eraeión. Finalmente, tomó parte en la ba–

talla de lngavi, donde fué ascendido al

grado de general de brigada.

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