He aquí las diez semblanzas de parla–
mc:.ntarios paceñós notables.
AGUSTÍN AsPIAZU ( 1826-1897). Notable
hombre. de ciencia; parlamentario, polígra–
fo, abogado y hasta ·estratega militar, tuvo
una vida fecunda en servicio del país.
Descolló en el Parlamento, al que asistió
en muchos períodos. Mesurado, guiado
por la más alta probidad, Aspiazu es el es–
pécimen de la aristocracia espiritual. Ha
dejado honda huella por su talento, por
su conducta intachable, por su defensa apa–
sionada de la legalidad.
Adversario del dictador Linares, comba–
tió la política del enérgico mandatario.
Fundó un periódico opositor que
arr~metía
como un ariete contra la dictadura; pero a
la caída del traicionado se sumó a los de–
fensores del proscrito, en momentos en que
una mayoría sumisa cantaba loas a los
triunviros vencedores y combatía con saña
innobl·e al caído.
En frases elegantes y vigorosas impugnó
el proyecto que declaraba indigno de la
confianza nacional a Linares, lamentando
que sus sostenedores se dejasen llevar por
su -encono hacia el ex-gobernante. Sus pa–
labras tuvieron el valor de la nobleza del
adversario,
sustraído-~a
"la ·vorágine de la
pasión política, en ese momento del brazo
de la justicia, defendiendo, en gesto hidal–
go, al hombr·e víctima de la traición y el
infortunio.
~
"Veo, señores -. -decía en ese memorable
debate-, que siempre seguimos la senda
trillada de los demás congresos; ya v·eo que
el templo de las leyes sólo se ha abierto
para cantar el
te-deum
a los vencedores, pa–
ra arrojar frases de maldición a los venci–
dos y para ofr·ecer en sacrificio la moribun–
da víctima del caído".
ADOLFO BALLIVIÁN (1831-1874). Hijo
del vencedor de lngavi, representa en Bo–
livia el hidalgo de la política. Distinguido,
cortés, gentilhombre, se destacó en el Par–
lamento por la el·egancia de su palabra y
por el acendrado patriotismo en que se ins–
piraban sus actos. Elegido en muchas le–
gislaturas, presidió la Cámara de Diputa–
dos y alcanzó a poco la presidencia de la
República, en limpia competencia electoral.
Puede decirse que fué el mejor orador de
su tiempo y uno de los más atildados escri-
lores: ·
Perseguido la mayor parte d·e su vida,
apuró en la pobreza la amarga copa del
ostracismo. Severo censor y enérgico im–
pugnador de las tiranías, ofreciéronle as–
censos y honores que Ballivián rechazó con
altiva indignación.
Cúpole actuación descollante en la Asam–
blea de 1861, cuando se discutía el recono–
cimiento del golpe de Estado contra el pre–
sidente Linares. Sus discursos pueden ser
consid·erados como la más alta manifesta–
ción de la lealtad, cuando con arrogancia
increpa a los sostenedores de los nuevos
gobernantes, para exigirles el juzgamiento
2e la conducta y de los actos del Dictador,
y rechaza airado el olvido d-e los actos del
traicionado:
"Diré, señores, mi última palabra en es–
ta discusión. Sólo el crimen se olvida. Re–
nuncio de mi parte a ese generoso olvido,
y si fuera preciso, yo rasgaré por mis ma–
nos es-e velo ,de infamia con que se quiere
encubrirnos ... ".
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JuAN DE DIOs BosQUE ( 1829-1890). Con
sus trazas de príncipe mitrado, que dijo
alguien, las virtudes de Bosque quedan
ofuscadas por el extraordinario poder de
su oratoria. Presidente de la Cámara de
Diput.ados ·en 1872, su palabra, su autori-
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