a la cabeza. Funcionan en La Paz, las Con–
venciones Nacionales de 1880
y
1881
y
los
Congresos ordinarios de 1882
y
1883. Pa–
checo inicia el gobierno de los conservado–
res
y,
en su administración, se reúnen las
legislaturas ordinaria
y
extraordinaria de
1885. En la administración de Aniceto Ar–
ce, los Congresos ordinarios de 1889
y
1890. Un solo Congreso reúne en La Paz
Mariano Baptista, el de 1893.
La Revolución Federal cambia la resi–
dencia del gobierno. Desde esa época, La
Paz, es la sede inamovible del Parlamento
y
funcionan los Congresos ordinarios
y
ex–
traordinarios de 1900, 1901, 1903, 1904,
1905,1906,1907,1908,1909,1910,1911,
1912,1913,1914,1915,1916,1917,1918,
y
1919. So.p los veinte años de gobierno li–
beral, con Pando, Montes, Villazón
y
Gu–
tiérrez Guerra. Cuatro lustros de normali–
dad, de respeto a la Constitución
y
a las ·
instituciones, de orden, de disciplina, de
progreso
y
de tranquilidad, hasta que so–
brevien'e la revolución de 1920, que origi–
na otra Convención que funciona del 25
de diciembre de ese año al 23 de junio de
1921. Diez años duran los gobiernos Re–
publicano
y
Nacionalista, en los que se
reúnen los congresos de 1921, 1922, 1923,
1924, 1925, 1926, 1927, 1928
y
1929, con
los gobi·ernos de Saavedra, Guzmán
y
Siles.
LA CLAUSURA EN EL GOBIERNO SAAVEDRA
El año 1923, el Congreso es otra vez
clausurado. Saavedra enfrenta una oposi–
ción enconada
y
violenta. Las clases eleva–
das decláranle guerra sin cuartel
y
él opo–
ne a la aristocracia liberal la fuerza del
proletariado. La Cámara de Diputados está
equilibrada por fuerzas iguales entre go–
biernistas
y
opositores. Interpelaciones aquí
y
allá; censuras; ataques de parcialidad al
presidente de la Cámara; votos de confian–
za
y
aplausos; pugna entre los miembros
de la mesa directiva, hasta que sobreviene
lo inevitable.
Una minuta de comunicación suscrita por
once diputados, el 9 de enero de 1924, que
351
pide la renuncia del presidente Saavedra
para "salvar la unidad nacional", es el
origen de la clausura. Estalla la furia de
diputados
y
concurrentes; elévanse las vo–
ces hasta el grito; levántanse los puños
amenazadores
y
es inaudito el tumulto que
culmina con un violento pugilato entre di–
putados
y
parciales. El desorden determina
al presid·ente de la Asamblea a suspender
la sesión, que resulta ser la última de la
legislatura. A los l5 días, el 24 de enero,
el gobierno expide un
-de~reto
de convoca.i
toria a elecciones generales
y,
de este mo–
do, queda clausurado el Parlamento.
En 1931 adviene Daniel Salamanca. Du–
rante su gobierno, se reúnen los congresos
de 1931, 1932, 1933
y
1934. Pero la gue–
rra, los problemas sociales, la desintoegra·
ción psicológica colectivlJ,, han puesto· la
inicial de los desórdenes, de las insatisfac–
ciones
y
de la anarquía
y
la violencia que
se irán acentuando a diario.
El Taumaturgo está perdido en un mar
de desencantos. Le acosan, por todos lados,
la · violencia
y
la insolencia,
y
es en el
Parlamento donde la campaña se hace más
dramática. Él opone la rigidez de su carác–
ter
y
el escudo de su orgullo; su voluntad
férrea, ese gran espíritu que domina su en–
deble constitución física. Y actor
y
especta–
dor de su drama, sigue el camino de su
vía crucis.
CLAUSURA POPULAR
El 28 de octubre de 1932 se debate la
interpelación a su gabinete, cuando las pri–
meras derrotas ponen su nota trágica
y
do–
lorosa en el pueblo boliviano. Iniciada la
oposición contra la política guerrera de
Salamanca, la amargura
y
su ciego f·ervor
patriótico le ofuscan ante la tr:emenda rea-.
lidad.
En el Parlamento se le acusa
y
respon-.
sabiliza. Las masas veleidosas, esfumada la
esperanza de la vi'ctoria, lo condenan con
el mismo apasionamiento de cuando delira–
ban al ver su figura jesucristiana o al oír
su palabra electrizadora en la oposición.
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