Chuquisaca y Sucre; ocho en Oruro; dos
en Cochabamba y uno en Tapaciirí.
Este trabajo se referirá a los Congresos,
Convenciones o Asambleas, reunidos en La
Paz. He aquí el detalle, que es de simple
relación en su mayor parte, pues sólo he–
mos de detenemos en aquellos en que se su·
cedieron episodios sensacionales.
El primer cuerpo deliberante en La Paz,
fué el que se denominó Asamblea Nacional,
durante la administración del Mariscal
Santa Cruz, el año
1831.
Duró noventa días.
Bajo ese mismo gobierno, hubo otro
"Congreso Extraordinario", el año
1835,
que
func~onó
por igual tiempo que el an·
t·~rior.
El presidente José Ballivián convocó a
un "Congreso Extraordinario", en
1847,
de
corta duración: del
13
al
24
de junio.
Belzu reunió otra "Convención Nacio·
nal", el año
1851,
que duró
79
días.
En
1861,
el General Achá dispuso la
convocatoria de una Asambl-ea Constitu·
yente de
110
días de
dura~ión:
del
P
de
mayo al
18
de agosto.
Melgarejo convocó también ·una "Asam·
blea Constituyente", en
1868,
con duración
de
64
días.
LA VJOLENTA CLAUSURA EN 1872
El año
1872,
se reunió la "Asamblea
Constitucional". Ahí se produjo una de las
más bárbaras profanaciones del sagrado
recinto, pues el presidente de la República,
en persona, clausuró la Asamblea con un
aparato de fuerza y de escarnio, inolvida–
ble ·en la historia del país.
El
25
de noviembre, Morales ingresaba
al desierto salón parlamentario acompaña–
do de sus ministros y séquito militar y ante
la muchedumbre congregada en las galerías,
calificó de traidores, infames y vendidos a
los prominentes ciudadanos que cómponían
la Asamblea.
"Señores, dijo, clausuro esta Asamblea
y declato ante el país que los convenciO·
nales del
72,
han sido unos traidores y unos
vendidos ... "
Aquel día, Morales estaba fuera de
sí~
enajenado. Ensoberbecido y despótico, sen–
tíase incómodo con el control parlamenta·
rio, con esa, para él, insoportable forma–
lidad de los procedimientos legales.
Una banda de música militar ubicada
en la pue11a del salón legislativo, ejecuta–
ba sonatas "ya alegres, ya fúnebres, hacien–
do mofa de la representación nacional en
medio de la multitud que crecía en
tomo'~
(Félix Reyes Ortíz). A la algazara sumá–
banse un incesante repique de campanas y
un tronar de fuegos d·e artificio. A poco
la banda tocó "ataque" y, a voz de mando,
irrumpió la horda, encabezada por el co–
ronel Daza.
Atropellada la guardia, pudo el oficial
Manuel Lavadenz ofrecer obstinada resis·
tencia; pero fué arrollado por la soldadesca.
Llenárons-e de espanto concurrentes y di–
putados. Éstos suponían que el batallón te·
·nÍa la misión de sacrificarlos en sus propias
cm·ules, y abandonaron el recinto en fuga
desordenada. La confusión y el pánico de–
bieron ser tales, que un diputado, Jacinto
Villamil, se fractur-ó las dQs
p~emas
al
saltar por una ventana.
Muerto Morales por la mano. vengadora
de La Faye, reabrió sus puertas la Asam–
blea y sesionó pocos días para normalizar
las funciones y nombrar al sucesor del go–
bernante difunto.
Bajo las presidencias de Frías y Balli–
vián, reuniéronse, el año
1873,
dos con–
gresos con la denominación de "Asamblea
Nacional Extraordinaria", de corta dura–
ción: doce y quince sesiones, respectiva·
mente.
El general Daza convocó a una Constitu·
yente, en
1877,
que funcionó del
16
de
julio al
15
de noviembre, aprobando la dé–
cima constitución de la República.
Después de la guerra del Pacífico, se
regulariza el funcionamiento de · los Con–
gr·esos. El país ingresa en su primera etapa
de normalidad constitucional con
Cam~ero
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