dos por agentes e inspectores de la Direc–
ción General de Salubridad, que hacen
visitas domiciliarias a fin de prevenir y
reprimir la contaminación y el peligro de
infecciones. El aseo y limpieza de las vías
públicas es vigilado por los agentes y gen–
darmes de la Policía Municipal, que tam–
bién vela por las buenas costumbres, la
especulación y el régimen interno de todos
los servicios en sus relaciones con el públi–
co. Existen ordenanzas prohibitivas de los
ruidos molestos, en especial durante la no–
che; es prohibido a los transeúntes presen–
tarse en las vías públicas con trajes indecen–
tes, bajo sanción de arresto; la mendicidad
se halla prohibida: los mendigos tienen
que ser conducidos al Depósito de Men–
dicidad, donde son atendidos por cuenta de
las instituciones de beneficencia y del mu–
nicipio, y sólo obtienen su r·ehabilitación y
libertad cuando han obtenido un trabajo
para ganarse la vida sin recurrir a la cari–
dad pública. Aunque a veces no es fácil
mantener el cumplimiento de estas medidas,
es alentador que la opinión reclama con in–
sistencia descartar estas modalidades de la
vida urbana, que por lo demás son comu–
nes a todas las ciudades.
Servicio de Tránsito.
El servicio de
Tránsito se conforma a las modalidades que
ofrece la topografía de la ciudad. Así, no
es posible organizar líneas de carros ultra–
rápidos por la inadecuada gradiente de al–
gunas calles ni evitar las dificultades que
se presentan a la circulación en algunas
vías antiguas, especialmente en las horas
de mayor tráfico comercial, como ocurre
en las poblaciones de larga existencia. El
sistema de señales luminosas, al que fá–
cilmente se ha acostumbrado el público,
permite una circulación normal, aunque
no es posible eliminar la posibilidad de ac–
·cidentes por exceso de velocidad o mal es–
tado de los carros, cuyo porcentaje es re–
ducido, calculado sobre el número de ve:
hículos en circulación y de habitantes, en
las categorías de transporte de pasajeros
y .
carga; aspectos que tienen singular Im·
portancia en una ciudad bien organizada.
Educación
U~bana.
El porvenir de los
servicios de policía, en los aspectos de sa–
nidad, aseo, buenas costumbres, seguridad
de bienes y personas, depende en gran par–
te de los mismos habitantes de la ciudad.
No hay ambiente a los crímenes de alta
escuela ni se han presentado embrollados
casos de delincuencia, como para fatigar
a pesquisas, fiscales y jueces; pero es in–
dudable que la institución tiene que per–
feccionar sus medios técnicos para confron–
tar la actividad futura que se anuncia com–
plicada, con la secuela de imitaciones de
centros más grandes.
En algunos sectores de la población, no
muy homogénea como es deseable, predo–
mina una despreocupación por las reglas
elementales de la convivencia urbana, pero
insurge un excelente estado de ánimo para
prevenir y extirpar los hábitos perniciosos,
lo que primordialmente se ha de lograr
por medio de la educación popular, me–
diante una propaganda, oral y escrita, en–
caminada a que la población no sólo com–
prenda los deberes que le incumbe sino
acate las reglas establecidas, colaborando
de esta manera con las autoridades en la
buena presentación urbana.
La Alcaldía publica cartillas de instruc–
ciones al pueblo y las instituciones de ma–
yor pr·estigio, como los "Amigos de la Ciu–
dad", se preocupan constantemente de estos
aspectos, en defensa del acervo tradicional
de la ciudad y han obtenido buenos resul–
tados que serán superados por una perse–
verante campaña en este sentido.
VI. PLANIFICACióN Y URBANISMO
Importantes proyectos de ley fijan bases
y normas para la planificación y urbanis–
mo, muchos de ellos preparados por la Al–
caldía de La Paz. Merece especial mención
al respecto el conjunto de sugerencias y
conclusiones aprobadas por el primer Con–
greso Boliviano de Municipalidades, que a
invitación de la Alcaldía se ha reunido del
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