Una tertulia de los tiempos del coloniaje. Después de las fiestas religiosas, acaso la única
distracción de que podían gozar las .damas de las familias peninsulares
y
criollas.
balcón de farol con hermosos tallados y,
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la planta baja, la tienda tiene dos puertas
divididas por una columna de piedra o de
ladrillo.
Lo típico de la casona está ·en su puerta
de calle: dos hojas altas, anchas, pesadas
y cubiertas de bellos relieves de la misma
madera o tachonadas de enormes cabezas
de clavos de bronce. Tiene un extraño y
complicado mecanismo y desempeña un pa–
pel social por demás interesante. Por den–
tro, se asegura por medio de unos enormes
barrotes de hierro. aparte de la chapa, el
grandor de cuya llave es proverbial. Esta
puerta no se abre sino en los días de so–
lemnidad, acaso por eso protesta con unos
chirridos que llegan a oídos de todo el
barrio. Para los demás días, se emplea un
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