de 1815. Al salvaje régimen de terror que
impuso en La Paz y a las contribuciones
forzosas que impuso bajo pena de muerte,
nos referimos en otro lugar. Abandonó La
Paz para incorporarse al ejército realista.
Fué tomado preso en el Callao, y aún se
dice que tan salvaje esbirro mereció con–
sideraciones especiales del general San
Martín. Se fué a España en 1821.
JUAN SÁNCHEZ LIMA. Fué posesionado
de la Intendencia a la retirada del sangui–
nario Ricafort. De carácter apacible, trató
de cicatrizar las heridas causadas por su
antecesor, entregándose con entusiasmo al
trabajo de obras de ornato público. Pro–
yectó la fundación de una casa de expósitos.
Inauguró los trabajos de la Alameda, que
bajo su administración fué trazada, deli–
neada y forestada. Se la adornó con una
fuente de herenguela que fué trasladada de
la plaza. Todos estos trabajos fueron dirigi–
dos por el ingeniero FranCisco San Cris-
Juan Sánchez Lima, gobernador de La Paz que se ocupó
de- trabajos de ornato urbano.
tóbal. Fué construído también el puente co–
nocido con el nombre de San Juan de Dios.
Siguieron a Sánchez Lima otros inten–
dentes como Francisco Huart·e Jáuregui, el
Marqués de Torretagle y José Ildefonso
Mendizábal, que fué el último, cuya ac–
tuación fué tan desteñida e insignificante
que no vale la pena de dedicarles más es–
paciO.
EVOLUCióN DE LA CIUDAD
La casa colonial.
Si la vida colonial
es la ciudad y el corazón de ésta es la plaza,
la casona viene a ser la imagen reducida
del mundo colonial. Por eso quisimos re–
ferirnos a su evolución en capítulo aparte,
no pudiendo hacer lo propio con los demás
aspectos de la ciudad, por falta de espacio.
Como otras ciudades de origen hispáni–
co, La Paz fué fundada poniendo una cruz,
para dejar establecido su carácter de pobla–
ción cristiana. La picota, otro de los sím–
bolos, representa la autoridad y el rigor de
la ley. Además, hacíase dar un paseo al
estandarte, significando la toma de pose–
sión del suelo, en
nomb.rede la Corona, co–
mo reviviscencia de las prácticas antiguas
de los romanos.
Las plazas debían tener forma cuadrada
o rectangular, a fin de quedar apropiadas
para fiestas y desfiles militares; de ellas
salían ocho calles, provistas de
port~les
pa–
ra comodidad de los viandantes. El templo,
se
situ~ba
en sitio principal de la plaza y
a cierta altura sobre el nivel del suelo, las
manzanas debían ser de 138 varas por cua–
dra y las calbs ser de doce varas de ancho.
Los fundadores, como lo disponían las
Leyes de Indias, permanecían primero en
tiendas de campaña, mientras se constru–
yeran las viviendas.
La construcción de las casas en La Paz
atravesó por tres etapas bien definidas: la
primera, de los techos de paja; la segun–
da, de los techos de teja, y la tercera, de
las casas de piedra y techos de teja.
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