el cuerpo del infeliz. El largo y fiero grito
de dolor que lanzara la víctima, halló eco
en la muchedumbre que presenciaba el bár–
baro espectáculo.
La cabeza fué separada del tronco a ma–
chetazos y
en~iada
a La Paz, sus demás des–
pojos fueron, asimismo, repartidos y exhi–
bidos en diversas poblaciones para escar–
mentar a los insurrectos. Tupac Catari fué
declarado infame, maldito, vil; su casa,
quemada y confiscados sus bienes, aunque,
a decir bien, esta última parte de la sen–
tencia no pudo ser cumplida, porque Catari
-carecía de bienes.
Los historiadores de la Colonia d·escriben
al caudillo indígena como un sujeto sensual,
beodo consuetudinario, extraordinariamen–
te glotón, etc. Es justo que así lo hicieran.
Tantos dolores de cabeza, tantas horas de
zozobra y tamañas inquietudes ocasionadas
por aquel hombre, de algún modo había
que cobrarlos.
1
Que si hubo valor y constancia en los in–
surrectos, bien claramente expresado lo dijo
el comandante de las fuerzas realistas: "ha–
biéndose notado en los enemigos un espíritu
.
Suplicio de Tupac Catari, caudillo de la
sublevación indígena de 1781, en el pueblo
de Peñas.
y pertinacia tan horrible que pudiera ser–
vir desde luego como ejemplo a la ,nación
más valiente, porque no obstante estar atra–
vesados de balazos, los unos sentados y los
'()tros tendidos, aún así se defendían tirán–
donos muchas piedras". De su parte, la con–
ducta d·e los paceños durante los ciento
sesenta ·y
nue~e
días del asedio, fué ejem-
96
piar, pues no dejaron de combatir valien–
temente un solo día, no obstante su estado
de postración y agotamiento por hambre y
s·ed.
Fué, pues, un estricto acto de justicia e]
que quiso ejercitar la Real Cédula de 20
Doña María Josefa Úrsula Rojas
Foronda, esposa del Brigadier Se·
gurola, defensor de La Paz.
de mayo de 1794, al conceder a la ciudad
de La Paz, como premio a su valor, cons–
tancia y lealtad, los títulos de "Noble",
"Valerosa" y "Fiel".
GOBIERNO DE LA PAZ EN LA ÉPOCA
COLONIAL
Hasta
·31
año 1782, la ciudad estuvo go–
bernada por un Corregidor y Justicia Ma–
yor. Pero desde el 28 de enero de aquel
año, fecha en que fué elevada a la catego·
ría de Intendencia, fué ya administrada por
un Gohernador Intendente. Noventa y un
corregidores se sucedieron en La Paz, en
234 años que duró el régimen provincia–
lista, de entre los cuales el que mayor tiem–
po se mantuvo en ·el poder fué don Antonio
Carnero ( 13 años) ; y veinte Gobernadores
Intendentes, entre propietarios e interinos,
habiendo sido el período más largo el de
Burgunyó y Juan (diez años).
El cabildo o ayuntamiento de La Paz te·–
nía dos alcaldes y siete regidores, elegidos